Is this 2001? Parece. En las últimas semanas, y particularmente en los últimos días y horas, se volvió a hablar intensamente del avance de los talibanes sobre distintas ciudades de Afganistán. Después de tantos años, tantas temporadas de 24 y de Homeland, tanta metáfora donde “talibán” significa simplemente “decidido” o “incondicional”, volvieron los talibanes auténticos.
Desde que en abril Joe Biden decidió concretar la retirada de tropas estadounidenses, en la que es la guerra de ocupación más larga en la historia del país, los talibanes avanzaron hasta tomar el control de 250 de los 400 municipios del país, y casi todos los puestos fronterizos, según detalla Ezequiel Kopel. Al cierre de esta edición (:-)) dominaban prácticamente todas las ciudades del país excepto Kabul, la capital, que se especula que caerá en breve. Ya mandaron representantes que se reunieron con diplomáticos de Irán y China. Y se espera que busquen tomar el control total del país para el 11 de septiembre, fecha simbólica. Veinte años, 2300 militares estadounidenses y 240 mil afganos muertos después, la situación vuelve a donde estaba. Según el Wall Street Journal, “el ejército afgano estaba moldeado para encajar con las operaciones estadounidenses y colapsó sin el apoyo de la aviación y la inteligencia de Estados Unidos”.
“Cuando los soviéticos se retiraron, el gobierno afgano duró tres años antes de caer. Hoy es probable que ni siquiera dure dos meses”, dice Kopel. “Estados Unidos diseñó el Estado afgano para satisfacer los intereses antiterroristas de Washington, no los intereses de los afganos. El resultado está a la vista”.
Pienso en la preciosa serie We are who we are, del año pasado, donde la guerra de Afganistán es el drama de fondo. El dolor en sordina de una generación.
A todo esto, en los últimos días de julio una inundación en la región de Nuristán, en el norte de Afganistán, dejó 113 personas muertas y otras tantas desaparecidas.