Hace una semana escribía que los talibanes (N49P07) estaban avanzando rápido y que se esperaba que tomaran Kabul antes del 11 de septiembre. Cuando me levanté ya se habían quemado los papeles. Enseguida vinieron las escenas de pánico y locura en el aeropuerto de Kabul. Y, para freaks como yo, la discusión acerca de “los talibán” vs “los talibanes” (dice Santiago Kalinowski que se castellaniza y punto; hay muches que hablan de “el Talibán”).
Y pronto las fotos de talibanes y sus nombres, y la sharía, la ley islámica. “No hay nada de qué avergonzarse. La muerte es la sentencia. En la sociedad islámica, si la gente no deja que rija la ley islámica, hay que ejecutarla. El Islam protege las almas de las personas, primordialmente. Y con esta sentencia serás perdonado, y no se te hará responsable en la otra vida. Queremos lo mejor para las personas, debemos tener esa compasión para ellas. Con los homosexuales es igual: por compasión hay que eliminarlos, porque están contaminando a la sociedad”, explica con voz muy calma un talibán en este video.
Leemos que cientos de miles tratan de escapar. “La sharía deja un considerable espacio para la interpretación”, explica el New York Times. “En el pasado, impusieron una sharía estricta que prohibía que las mujeres trabajaran fuera del hogar o salieran de casa sin la compañía de un varón, eliminaron la instrucción escolar para las niñas y golpeaban con latigazos a las personas que violaban el código moral del grupo. (…) Una interpretación de la sharía podría brindar extensos derechos a las mujeres, mientras que otra podría hacer que las mujeres queden con pocos. Los críticos han dicho que algunas de las restricciones de los talibanes a las mujeres con el pretexto de la ley islámica en realidad están fuera de los confines de la sharía.”
Mientras tanto, Charlie Hebdo acusa al gobierno de Qatar, dueño del París Saint-Germain donde juega Messi, de financiar a los talibanes. El FMI bloqueó los fondos para Afganistán. Esta foto sintetiza la situación.