Asoma tímidamente, por fin, la discusión sobre la reducción de la jornada laboral, que no es más que el debate sobre el uso del tiempo. Ya hay varios proyectos de ley en Argentina sobre esto, aunque nadie parece tomarlos muy en serio por ahora (un saludo a Lautaro Torres y les amigues del chat de Cenital que militan la semana laboral de cuatro días, #SL4D, hace rato).
El martes, Claudio Lozano, presidente del Banco Nación, abordó su contracara. “El debate acerca de la reducción de la jornada laboral debiera incluir una cuestión previa: la reducción de la sobrejornada”, tuiteó. “El debate que, en los países centrales está asociado al tema del cambio tecnológico,en nuestra realidad,si bien debe considerarse, requiere de un abordaje previo ligado a una forma particular de precarización laboral que es la ultra explotación por la vía de jornadas extenuantes. En Argentina hay 4,5 millones de sobreocupados, que trabajan por encima de las 45 horas semanales y representan nada menos que el 26% del total de ocupados. La sobreocupación es una consecuencia del fenómeno de la precarización e informalidad laboral y los bajos niveles de ingresos laborales.”
Me hizo acordar a una nota del Wall Street Journal: “Estas personas que trabajan desde casa tienen un secreto: tienen dos trabajos”. Sigue: “Cuando la pandemia liberó a les empleades de tener que presentarse en la oficina, algunes vieron la oportunidad de duplicar su salario a escondidas. ¿Por qué ser bueno en un trabajo, pensaban, cuando podían ser mediocres en dos?”
La nota sostiene que se “aprovechan” del sistema. “A solas en sus oficinas en casa, alternan entre dos computadoras. Juegan al Tetris con sus calendarios, tratando de esquivar las reuniones interminables. A veces, inician sesión en dos reuniones a la vez. Usan tiempo libre remunerado, en algunos casos ilimitado, para hacer malabares con el gran proyecto ocasional o comenzar una nueva changa.” ¿Te suena? Para algunes puede ser una avivada; para otres, una necesidad.