“Como dice el genio de Miguel Pichetto, que tiene razón, hicimos mucho buenismo, mucho pelotudeo en el ejercicio del poder”, dice el ex presidente Mauricio Macri en un video difundido el jueves 26, extractado de una reunión partidaria por Zoom.
Pichetto, ex senador y ex candidato a vicepresidente por partidos opuestos, gusta de las categorías provocativas. En marzo marqué “pobrismo” (N28P09). En agosto dobló la apuesta: “La Argentina está impregnada por dos categorías: el pobrismo como ideología donde es bueno ser pobre, que es una tara mental de la iglesia católica (…), y la otra es el buenismo, que es una categoría imbécil de la política donde no decís nada y la pasás bien y al gente te vota igual”. En junio decía “el buenismo o el pasanadismo nos lleva a la derrota” (chapeau para “pasanadismo”, otro nivel).
“Buenismo” es una palabra enarbolada por grupos antiinmigración, racistas y pro mano dura de la derecha española, particularmente VOX. El miércoles, por ejemplo, Ignacio Garriga, de VOX Cataluña, dijo: “La izquierda y el separatismo es cómplice de las mafias de la ocupación, del narcotráfico y del buenismo instalado en nuestras calles”.
“Hace un par de años, la RAE aprobó buenismo como vocabulario del español. Al normalizar este vulgarismo de connotaciones sarcásticas, lo que se hizo fue dar una patada al diccionario”, decía Santiago Ortiz Lerín en 2019, en El Periódico. “[Su] sentido es sarcástico, pues no se desprende la ideología de bueno, sino más bien la de debilidad mental, pues según la RAE es una ‘actitud de quien ante los conflictos rebaja su gravedad, cede con benevolencia o actúa con excesiva tolerancia’ (por cierto, para esto ya existe la palabra pusilánime), y que indica que se usa de manera despectiva, es decir, es un sarcasmo en toda regla, una “burla sangrienta, ironía mordaz y cruel con que se ofende o maltrata a alguien o algo”.
Decía Jordi Ibáñez en El País, sobre el término: “retrata a quienes lo profieren”. Como todos.