El que armó la burbuja virósica es Trump: ya son 34 las personas infectadas de COVID en la Casa Blanca. La revista Bloomberg Business Week lo sacó en tapa bajo el título “Superspreader”, “supercontagiador”, tal como pronosticábamos las semana pasada; así llamó Anthony Fauci al evento del 24 de septiembre en el que Trump anunció a su candidata para la Corte Suprema. Como dijo la periodista Silvia Viñas, la Casa Blanca registró “más contagios que Uruguay”. Mientras tanto Trump dice que no hay que tenerle miedo al COVID y recomienda tomar Regeneron, un cóctel de drogas experimental todavía no aprobado. Entre demócratas se impone el escudo de plexiglás: Kamala Harris se protegió así en el debate vicepresidencial, inspirada en Jaime Harrison, que ya había llevado el suyo a un debate el 3 de octubre. Dicen que el plexiglás es el nuevo barbijo. Pero no alcanza: los organizadores del debate presidencial resolvieron que el próximo sería remoto, para preservar la salud… y Trump se negó a participar.
Ok, Trumplessness: ¿intrumpidad? Lo dijo el Joe Biden encarnado por Jim Carrey el sábado pasado, en la apertura de la temporada 46 de Saturday Night Live; son trece minutos que valen la pena. El Trump de Alec Baldwin no deja de hablar, hasta que el Biden de Carrey agarra un control remoto y lo congela. Suspira, mira a cámara y propone: “Let’s bask in Trumplessness” (“disfrutemos de la intrumpidad”). “Just imagine!”
Es la primera vez que veo una parodia con personajes más agradables e inteligentes que quienes los inspiran. Pero no es el primer registro de Trumplessness, que circula ya desde este tuit de enero de 2016, cuando Trump faltó a un debate entre precandidatos republicanos: “De repente fui golpeado por un abrumador sentimiento de Trumplessness”. En junio de 2017 la consagró Stephen King cuando Trump lo bloqueó: “¡Bloqueado! Condenado a un páramo existencial de Trumplessness”. Inshallah.