Esta se la agradezco a Natalia Ginzburg, que me mandó el artículo “Los comunes rurbanos del Alto Fucha en Bogotá”. La nota al pie número 5 lleva -sorpresa- a otra palabra: “El rururbano se vislumbra como un área en la cual se entreteje un juego de relaciones entre estructuras y actores evidente tanto en la configuración del paisaje como en las prácticas sociales. La población de estas zonas está expuesta a presiones de diferente índole, tales como las que ejercen agentes inmobiliarios, las derivadas de políticas de planificación urbana, las de agentes de diversos sectores económicos como industrias u otras empresas que se interesan en estas tierras. Sereno, C; Santamaría, M. y Santarelli de Serer, S. 2010. “El rururbano: espacio de contrastes, significados y pertenencia, ciudad de Bahía Blanca, Argentina”.
Entonces, ¿rurbano o rururbano? “Rurbano” tiene 37400 resultados en Google; “rururbano”, 21200, pero con artículo en Wikipedia. “Un espacio rururbano, es un territorio antes totalmente rural que en la actualidad se suele utilizar para fines industriales o urbanos. (…) espacios donde confluyen dinámicas propias de la ciudad y dinámicas propias del campo, un híbrido entre lo urbano y lo rural.” ¿Cómo nunca vi que “rural” y “urbano” compartían ese “ur” clave que permite engancharlas?
Según María Mercedes Cardoso y Blanca Fritschy (2012), los dos términos coexisten como traducción de rurbanisation, “un neologismo empleado para referir a un proceso evolutivo que afecta a la periferia de ciertas ciudades”. Lo crearon Gerard Bauer y Jean Michel Roux en La rurbanización o la ciudad dispersa (1976).
“Rururbano” lo veo en publicaciones latinoamericanas, asociado a conflictos por el uso de tierras antes rurales. “Rurbano” sale más en fuentes europeas, en tono bucólico: desde “hermanar la vida del campo y la ciudad” hasta “el proceso de aumento de la presencia de espacios verdes y/o de la agricultura en las ciudades: una ruralización de lo urbano”. Puntos de vista.