Mientras el mundo batalla contra la enfermedad y la pobreza y discutimos soberanía de datos, en un país cuyo nombre desconocía hay una guerra como las del siglo XX, con soldados disparando cuerpo a tierra, camuflaje, tanques y trincheras. Se están matando desde hace tres semanas por lo que en Armenia llaman la República de Artsaj, y en Azerbaiyán, Rusia y Turquía, Nagorno (Alto) Karabaj. Según la Wiki, el Alto Karabaj es “una conflictiva región de Transcaucasia perteneciente, de iure, a Azerbaiyán pero controlada, de facto, por el gobierno de la República de Artsaj”. Juan Elman explica en su newsletter Mundo Propio que Artsaj es un “estado no reconocido por la comunidad internacional que en la práctica opera como una provincia de Armenia, de donde provienen casi la totalidad de sus 150 mil habitantes”. Para la Wiki es una “república independiente de facto”; declaró su independencia en 1992, pero solo la reconocen otros “estados de reconocimiento limitado”: Abjasia y Osetia del Sur (regiones independentistas de Georgia) y Transnistria (entre Moldavia y Ucrania). Artsaj significa “bosque de Aran” en armenio; la zona, con la superficie de las Malvinas, ya se llamaba así en el Antiguo Reino de Armenia, antes de Cristo. Está en conflicto por lo menos desde 1917, cuando Stalin la asignó a Azerbaiján como movida geopolítica para acercarse a Turquía. Con la disolución de la Unión Soviética, Armenia buscó recuperar el territorio en un conflicto que duró de 1988 a 1994. En los últimos años, la frontera se recalentó. Y ahora no se sabe quién tiró la primera bala, pero la capital, Stepanaterk, está bajo bombardeo, y en las montañas se combate old school. Ya hubo un alto el fuego y ya lo ignoraron. Ah, pero no solo es guerra siglo XX: en las calles de Baku, la capital de Azerbaiyán, pueden seguirse los ataques de drones por pantalla gigante, en tiempo real.