“Portugal prohíbe a las empresas ponerse en contacto con los empleados fuera de horario y exige otras protecciones para el trabajo a distancia”, tituló el New York Times el sábado 13. “Es derecho a la desconexión puro y duro”, asegura Sofía Scasserra, especialista en este tema y principal redactora de la ley de Teletrabajo promulgada en Argentina el año pasado. En el corazón de la medida está proteger la salud mental de les trabajadores y mejorar el balance entre trabajo y vida. La norma fue impulsada por el ministerio de Trabajo, que en Portugal se llama Trabajo, Solidaridad y Seguridad Social y está a cargo de una mujer, Ana Mendes Gondinho. ¿Casualidad? No lo creo.
La ley, aprobada por el parlamento portugués el viernes 12, está orientada especialmente al teletrabajo, que creció exponencialmente durante la pandemia. Además de la regulación de las comunicaciones, se establece que las empresas deberán pagar un porcentaje de los gastos de electricidad e internet de quienes trabajen desde sus casas. Y se otorga el derecho a trabajar desde casa -sin permiso especial de sus jefes- a todas las personas con hijes de hasta ocho años.
“La pandemia ha acelerado la necesidad de regular lo que hay que regular”, dijo la ministra en la conferencia Web Summit. Y mostró que esta norma está pensada también en otros términos: “Consideramos que Portugal es uno de los mejores lugares del mundo para que estos nómadas digitales y trabajadores a distancia elijan vivir. Queremos atraerlos”. Quizás esté pescando a les protagonistas del Big Quit (N61P02).