“La Agencia Europea de Medicamentos aprobó píldora y dos tratamientos más contra COVID-19”, tituló el jueves Deutsche Welle. Y sí, porque volvió el COVID a todas las primera planas: hola otra vez COVID, tanto tiempo. En la nota dice: “La píldora de Pfizer, al igual que la de su rival Merck (con una aprobación de emergencia de la EMA), no necesitan inyección intravenosa, por lo que son más accesibles. El gigante farmacéutico Pfizer indicó esta semana que la píldora, que reduce las hospitalizaciones y las muertes de personas de riesgo en un 90%, debería resistir a la nueva variante del covid, ómicron. (…) ‘Puede utilizarse para tratar a los adultos con covid-19 que no requieren oxígeno suplementario y que tienen un mayor riesgo de desarrollar una forma grave de la enfermedad’, dijo la EMA en un comunicado. (…) Este tratamiento, denominado Paxlovid, es una combinación de una nueva molécula, el compuesto PF-07321332 y el antiretroviral ritonavir, que se utiliza contra el virus del sida. Para el dirigente de Pfizer, Albert Bourla, Paxlovid “si se autoriza, tiene potencial para ayudar a salvar vidas y reducir las hospitalizaciones”, explicó en un comunicado.
Me sorprendo y me alegro. Pero una porción de mi cerebro dice que ya leyó esto. Por las dudas, busco “paxlovid” en el anarchivo de diezpalabras. La encuentro pero, por suerte, no como palabra independiente. Es una coda en la entrada Molnupiravil, N60P09, del 7 de noviembre. El Molnupiravil es lo que la nota de Deutsche Welle llamaba “la píldora de su rival Merck”.
Y entonces, ¿falta mucho para poder pedir la covipíldora del día después en la farmacia? En Estados Unidos, aunque todavía no se aprobó, ya se está hablando de que habrá escasez.