El miércoles, centenares de manifestantes turco-franceses salieron a la calle en Vienne, cerca de Lyon, al grito de “¿Dónde están, armenios hijos de puta?”. Según se ve en varios videos, los manifestantes dijeron que iban a matar armenios. También hicieron un gesto levantando el meñique y el índice, algo así como los cuernitos de los heavys, que se identifica con el saludo de los ultranacionalistas turcos Bozurktlar, o “Lobos Grises”.
La Wiki los describe como una organización “racista, xenófoba, paramilitar de extrema derecha nacionalista”. Están ligados al Partido del Movimiento Nacional, parte de la coalición que llevó a la presidencia a Recep Tayyip Erdoğan. En 2018, el mismo Erdoğan fue fotografiado haciendo los cuernitos en un encuentro del partido. Se supone que ese gesto -con los dedos índice y medio unidos al pulgar- forma una cabeza de lobo. Según el mito, una loba gris -Asena- salvó a un niño en las estepas de Asia Central, lo amamantó y luego tuvo diez hijos suyos, mitad lobo mitad humano, que dieron origen al pueblo turco.
La comunidad armenia de Lyon había cortado una ruta para reclamar por el reconocimiento de Artsaj, la república independentista que está bajo fuego de Azerbaiyán (y Rusia, y Turquía, ver diezpalabras N07P07) desde hace un mes. Y ahí se habían metido turcos, con heridas de ambas partes.
Los Lobos Grises también dan miedo en Austria, donde el gobierno los prohibió en 2019. La izquierda alemana pide que se les proscriba desde 2018. Ahora se suman las organizaciones antifascistas francesas.
Macron está complicado: defendió el derecho a las caricaturas después de que un yihadista checheno decapitara a un profesor francés por mostrar una de Mahoma, y la revista Charlie Hebdo, la del atentado, no tuvo mejor idea que poner una de Erdoğan en tapa. Turquía llamó a boicotear los productos franceses.
Mientras tanto, en Artsaj, el ejército azerí incendia las montañas con fósforo blanco.