Disculpen que me ponga reiterativa, es que el mundo insiste. “Un tour en Rowno conducido por un guía vestido con el uniforme nazi. Los nazis y sus colaboradores locales asesinaron a más de 25 mil personas judías en Rowno”, tuiteó el lunes Eduard Dolinsky, director general del Comité Judío Ucraniano, mostrando una foto presumiblemente actual de un muchacho igualito al Rolf de La novicia rebelde. Una versión superadora del turismo de experiencias.
El martes circuló en las redes sociales argentinas un trabajo para una materia de la carrera Diseño Industrial de la Universidad de Buenos Aires: una aspiradora diseñada en homenaje a un tanque de guerra nazi, con esvástica y todo, en negro sobre fondo rojo. También se vio la respuesta del equipo docente: “Cuidado con las iconografías utilizadas en el producto”. Las imágenes fueron difundidas por estudiantes de la misma materia, que también hicieron circular una suerte de comunicado que mostraba indignación y pedía sanciones a la cátedra por no haber reaccionado con mayor dureza.
El viernes, Librenauta me dijo que había escuchado a su hermano y un amigo decir “de nazi” mientras jugaban al League of Legends, en su sentido de piropo gamer. En agosto, ese uso de “de nazi” fue la primera de las diezpalabras, N01P01, la que me sorprendió tanto que me puso a escribir. Una palabra ubicua, más persistente que las moscas.