“Se informa que en el marco de la IPP 15-00-3995-22, en el día de la fecha hemos recibido el resultado de dos estudios periciales independientes, que han arribado a la conclusión de que la sustancia utilizada para estirar el clorhidrato de cocaína encontrada en diversas muestras secuestradas en el ámbito de estas actuaciones, se trata de Carfentanilo, opioide extremadamente fuerte cuyos efectos son 10 000 veces más fuertes, o más, que la heroína o el fentanilo”, dice el Comunicado de Prensa de la Procuración General de la Provincia de Buenos Aires difundido el jueves. Se refiere a la sustancia encontrada en el lote de cocaína adulterada que causó 24 muertes y más de 80 intoxicaciones desde el 1 febrero.
Dice la Wiki: “El carfentanilo o carfentanil es un analgésico opioide usado en veterinaria para anestesiar animales de gran porte tales como elefantes y osos, típicamente por medio de dardos tranquilizantes.”
Un sedante para elefantes. Me lleva, absurdamente, a un cuento que leí hace muchísimos años: “Cómo cazar elefantes”, de Carlos Joaquín Durán, en la antología Cuentos de amor para chicos. Un relato hermoso, donde cazar elefantes es una metáfora de algo grande, arriesgado, que requiere audacia y decisión: el primer romance. Una metáfora que envejeció mal.
Pienso en cuánta sopita de avena hacía falta para alimentar a Dailan Kifki, y en cuánto opio tendría que haber en algo para que lo relaje. Para dormir a un elefante / se necesita un chupete gigante. Todos mis elefantes son de papel.
Dice Alejandro Seselovsky en ElDiarioAr: “#DrogaEnvenenada es un tag que parte al medio la historia del enunciado narco argentino porque #DrogaEnvenenada supone el fin de una tautología: si la droga ha sido envenenada es que la droga ha dejado de ser veneno, porque si no estaríamos hablando de veneno envenenado y eso no tiene sentido.”