Es verdad. “A la figura del Cyborg hay que sumarle la del Teriomorfo (híbrido Humano-Animal)”, tuiteaba hace un mes Aníbal Rossi. Cecilia Sagol vio la palabra y me avisó. Rossi refería a una nota de Xataka del 11 de enero: “Hoy, por primera vez en la historia, hay un hombre vivo con el corazón de un cerdo latiendo en su interior”. Lo del hombre con corazón de cerdo da para muchos chistes pero te los voy a ahorrar.
“Se llama David Bennett, tiene 57 años y hasta hace apenas unas semanas estaba completamente desahuciado. (…) ‘Era morir o hacer este trasplante. Quiero vivir. Sé que hay una opción entre mil millones, pero es mi última opción’, explicó Bennett un día antes de la cirugía”, dice la nota. La operación se hizo en el Centro Médico de la Universidad de Maryland, Estados Unidos. El corazón que le pusieron venía de latir en un cerdo genéticamente modificado. Nadie sabía si su cuerpo lo iba a aceptar, pero un mes después, Bennett sigue vivo.
Unos días después de la cirugía hubo un escándalo: se supo que Bennett había estado en prisión por apuñalar a un hombre en 1988. La víctima quedó paralítica de por vida, y en 2007 murió. Su hermana mayor dijo a la prensa: “Ahora [Bennett] recibe una segunda oportunidad con este nuevo corazón. Yo hubiera preferido que ese trasplante hubiera sido para otro receptor”.
La noción de teriomorfismo (forma de animal) se aplica habitualmente los dioses: a los que se convierten en animales a su gusto, como Zeus; a los que tienen forma animal, como los gatos sagrados en Egipto; y a los que son híbridos, como Ganesha, el dios hindú con cabeza de elefante. De parte humana no se dice nada.