Que otres se jacten de los libros que han escrito o leído: yo me jacto de las amigas que alientan mis horas.
Como Analía Díaz Figueroa, reina de corazones, del color y la alegría.
“Mañana es jueves de comadres y me encantaría que vinieras”, me decía en un mensajito el miércoles. “Es una celebración que se hace en Jujuy el jueves antes de carnaval, para olvidar las penas del año y abrazar a las comadres. Se brinda y se quiere”. Una oferta que no podía rechazar.
Como si hiciera falta me mandó más info: “Los Jueves de Comadres, una fiesta que llegó a Iberoamérica con la conquista española, es un rito en el que las mujeres unidas en comadrazgo se reúnen para celebrar y revalidar el lazo que las vincula de por vida. En este día que precede al carnaval, las participantes comparten una comida, beben grandes cantidades de alcohol y cantan coplas tradicionales, siendo atendidas por quienes gozan del privilegio de género que la sociedad machista les confiere los 364 días restantes. Desafiando la autoridad masculina y por medio de las coplas las comadres apelan a la burla, la ironía y el sarcasmo, construyendo su identidad y expresando su orgullo como mujeres por contraposición a los hombres, y refuerzan los vínculos de hermandad que les proporcionan mutuo sostén durante el año.”
Y más mensajitos:
“Se hace en Jujuy.
Moviliza a todo Tilcara.
Me enteré hoy que existía y me parece demasiado hermoso.
Y tiene que ser mañana.
Es ese día.”
Fuimos unas cuantas el jueves. No hubo coplas ni nos atendió nadie más que nosotras mismas. Sí hubo corchos al aire, brindis, ironías, confidencias.
Dicen María Alejandra Vega y Lía Carla de Ieso: “A través del comadrazgo no sólo se colabora mutuamente en la crianza de los hijos, también se provee ayuda emocional, económica y de cuidados. Asimismo, esta alianza entre mujeres es de crucial importancia en una sociedad donde los hombres concentran el poder político.” Y es una fuente inagotable de alegría. Arriba esas copas.