“El principal gasoducto ruso hacia Europa interrumpe el suministro”, tituló el medio oficialista Rusia Today anoche.
El titular puede ser un poco tirabombas (ok, metáfora inadecuada). “Los flujos de gas en dirección oeste desde Rusia a Alemania a través del gasoducto Yamal-Europa se detuvieron el jueves, mientras que se mantuvieron las ofertas de suministro en ambas direcciones, según los datos registrados por el operador del gasoducto, Gascade”, dice la nota. “Según el operador, el suministro de gas en dirección oeste había sido mayoritariamente de unos 17,5 millones de kWh/h en el punto de medición de Mallnow durante unas 10 horas antes de la interrupción. Los datos también mostraban ofertas preliminares de 6,4 millones de kWh/h para las próximas 24 horas para los suministros en dirección oeste, con ofertas para los flujos en dirección este de 6,1 millones de kWh/h.”
La semana pasada, cuando la Unión Europea dejó fuera del sistema internacional SWIFT (N74P07) a varios bancos rusos, tuvo cuidado de mantener abiertas las vías para comprar hidrocarburos. “Gazprom dijo el jueves que estaba enviando gas a Europa a través de Ucrania de acuerdo con las peticiones de los clientes”, cerraba RT (un medio que todavía tenemos el privilegio de leer para conocer la visión oficial rusa, aunque esté censurado en buena parte del mundo, en sintonía con la expulsión de BBC, Deutsche Welle y otras cadenas internacionales, así como medios independientes, de Rusia).
Mientras tanto, seguían las rupturas: Visa y Mastercard suspendieron su operación en Rusia, Adobe e IBM dejan de venderle servicios, Rusia bloqueó el acceso a Facebook y Twitter, casi ninguna aerolínea entra ya al país. Rusia estudia no venderle a Apple “zafiros artificiales”, un insumo clave para el iPhone.
¿Será que este corte de suministro de gas es un amague? Podría asustar más que la amenaza nuclear. Todavía es invierno en Europa.