Con la asunción de Gabriel Boric como presidente de Chile, las redes se inundaron de emojis de árbol. Recién ahora los veo, y veo también los pines de árbol que usa el flamante gabinete. Pensé que venían a representar la defensa del ambiente, pero no: es “el árbol de Boric”, un ciprés magallánico que se convirtió en símbolo de su campaña.
Todo arrancó con este spot, el primero, con el que Boric le ganó la primaria a Daniel Jadue hace un siglo y medio, en julio de 2021. Está filmado en Punta Arenas, su ciudad natal, en el extremo sur, y hace hincapié en la idea de la descentralización. “No hay que concentrar, hay que redistribuir”, decía Boric entonces. “Tenemos que descentralizar Chile: la riqueza, las artes, el acceso a la salud de calidad”. Y después se muestra a Boric subiendo a un ciprés. “Este es mi árbol favorito de Punta Arenas”, dice, en off. “Desde arriba se puede ver toda la ciudad y el estrecho de Magallanes”. Se encarama en la punta del árbol, despliega los brazos en un abrazo al mundo. “Me hace recordar lo que fuimos y pensar en lo que queremos ser”, cierra, abre.
“No teníamos ninguna noción de que el árbol podía convertirse en un símbolo. A veces, estos se instalan conscientemente, pero este, no. De hecho, en el penúltimo guion, no estaba lo del árbol”, contó el director del spot, Moisés Sepúlveda. “Estábamos en el solsticio de invierno, que ofrece la mejor luz del mundo para grabar, pero estaba todo nublado. Pero cuando sale Gabriel arriba, aparece el sol y justo le dan unos rayos dorados en su cabeza. Nosotros estábamos abajo y cuando lo vimos supimos que la imagen era increíble”.
Fue un meme instantáneo. “Me han preguntado harto si de verdad me subí al árbol”, tuiteaba Boric el 1 de julio de 2021. “Y sipo! ¿Quién de niño no se subía a árboles a pensar en otros mundos?”.
Me gusta esta versión que llaman “momento Ghibli”: Boric como un niño entusiasmado, brazos abiertos a la inmensidad. Una dosis de ingenuidad intrépida a modo de antídoto contra el cinismo.