Editorial Arpa publicó en septiembre Colapsología, un libro de los franceses Pablo Servigne y Raphaël Stevens con el timing pandémico justo, pero no, sorpresa: es de 2015. Fue publicado por la editorial Anthropocène, otra palabrita epocal, como Comment tout peut s’effondrer. Petit manuel de collapsologie à l’usage des générations présentes (Cómo todo puede colapsar. Pequeño manual de colapsología para el uso de las generaciones presentes). “La colapsología es el ejercicio transdisciplinar del estudio del colapso de nuestra civilización industrial y lo que le podría suceder, apoyándose en las dos formas cognitivas que son la razón y la intuición, y sobre trabajos científicos reconocidos”, dicen. La nota final del libro fue escrita por Yves Cochet, ex ministro de Ambiente de Francia. Define al colapso como “el proceso a partir del cual una mayoría de la población ya no cuenta con las necesidades básicas (agua, alimentación, alojamiento, vestimenta, energía, etc.) cubiertas por un precio razonable por los servicios previstos por la ley”, y considera que podría llegar alrededor de 2030.
“Es una serie de catástrofes que no podemos parar y que tiene consecuencias irreversibles sobre la sociedad” dicen Servigne y Stevens. “No podemos saber lo que la desencadenará: un crac bursátil, una catástrofe natural, el derrumbe de la biodiversidad… Lo que podemos afirmar, es que todas estas crisis están interconectadas y que pueden, como un efecto dominó, activarse entre ellas”. Y precisan: “Hay que imaginarse una vida donde se raciona la gasolina, donde el agua a menudo no llega, con grandes sequías y grandes inundaciones”. Diferencian el colapso del “fin del mundo” y el “apocalipsis”, por su larga duración.
Hay dos preguntas sobre el colapso: cómo saber si ya empezó, y cómo estará distribuido. Pero al menos es probable que vayamos intuyendo qué desencadenará -o desencadenó- la serie. Saludos al murciélago del mercado de Wuhan, a un año de su paso a la inmortalidad.