Viene sonando esta palabrita. En los reproches, en general. Como eso que falta.
El viernes, Alejandro Bercovich la reclamaba en su editorial radial: “La audacia es algo que hay que recuperar”.
El número 51 de la revista Crisis, que acaba de llegar a la calle, tiene como título de tapa la frase “audacia cero”, junto a una representación gráfica de la decepción. “Cuando se pierde la audacia, solo queda el imperio de la resignación cuya fórmula se resume en cuatro palabras: es lo que hay”, concluye el manifiesto que abre la revista. Y sesenta páginas después, el último espacio es para una extensa entrevista de Mario Santucho a Silvio Rodríguez, donde vuelve la palabrita. “No siempre es fácil mantener el equilibrio entre lo que hay que defender y lo que hay que cuestionar. (…) Eso obliga a crear una filosofía de construcción y defensa a la vez. Pero resulta que una respuesta sostenida puede ser enajenante y llegar a confundir, si se convierte en reflejo condicionado. Lo característico puede acabar en costumbrismo y eso no puede hacer vulnerables a manipulaciones (…) Ante esto, para mí, no queda más remedio que la audacia”.
“Capacidad para emprender acciones poco comunes sin temer las dificultades o el riesgo que implican”, según el diccionario de Oxford que tecnomágicamente ofrece Google.
Decía Bercovich, citando a Dora Barrancos: “Dejemos el pesimismo para tiempos mejores”.