Un regalo de Alicia Killner. “Hace mucho me fui a Europa de mochilera con amigas, una de ellas con familionarios en París. Una noche: invitación a cenar, compramos vestidos de saldos con bolitas y deshilaché de Printemps. Fue llegar y darnos cuenta de lo ordinario que era nuestro look al lado de sus Chanel”, contaba en una charla acerca de cuánto pesan algunas miradas. Cuando le pregunté por la palabra, me dijo que era de Heinrich Heine, y que Freud se la había robado.
Fue en “El chiste y su relación con lo inconsciente”, de 1905. Freud cita un fragmento del libro Reisebilder (‘Estampas de viaje’) de Heine. Hirsch-Hyacinth, agente de lotería y pedicuro del barón de Rothschild, alardea de su relación con él: “Y así, verdaderamente, señor doctor, ha querido Dios concederme toda su gracia; tomé asiento junto a Salomón Rothschild y él me trató como a uno de los suyos, por entero famillonarmente”.
Una palabra-valija (N68P08) preciosa:,con todos sus componentes: familia, millonarios, sorpresa, chiste. Me hace acordar a Kajillionaire (N13P09), la película de Miranda July, que contaba la historia ya no de una familia de millonarios, sino de una familia que quiere ser millonaria. Y su trato, la relación entre elles, es pobre.