De la resolución del gobierno porteño sobre el lenguaje inclusivo ya se ha dicho mucho. No es poco mérito para el lenguaje inclusivo haber traído a la conciencia -y haber dejado ahí clavado con una chinche que nunca se cae- hasta qué punto la lengua es, como decía Saussure, “en todo momento, cosa de todo el mundo”: un bien común. No me queda mucho por agregar a, por ejemplo, este trabajo de divulgación de lingüistas del CONICET, o a la declaración de la Junta Departamental de la carrera de Letras (UBA), o a este hilo que analiza las distintas dimensiones de la cuestión. Apenas diré: qué barato nos distraen.
“De Edith Vera para Acuña y Larreta”, tuiteó Laura Wittner, y les dedicó este poema (se encuentra en este libro).
La palabra
ese dibujo
esa gran rosa hecha de trazos,
esa piedra lanzada al tiempo
esa gran emoción
que pasa de cuerpo a cuerpo.
La palabra,
ese mar
donde los corales unen sus espirales.
La palabra,
palabra esperando otra palabra.
La palabra,
pájaro de plata posado siempre en el anca del aire.