“Canadá y Dinamarca ponen fin a la ‘Guerra del whisky’”, tituló Russia Today. “Banderas, whisky y licor: tras una larga disputa, un país americano y un europeo acordaron tener frontera terrestre”, dijo La Nación. Y en el copete: “Con el nuevo pacto por la remota isla de Hans, Dinamarca y Canadá establecieron además la frontera marítima más larga del mundo, de 3882 kilómetros”.
América y Europa se rozan en el Ártico, donde Groenlandia -bajo dominio danés- queda enfrentada a Canadá. Ahora, tras décadas de litigio, los países acordaron partir y compartir la isla de Hans: 1,3 km de largo por 1,2 km de ancho, apenas más chica que la isla Martín García.
Fue bautizada en honor al explorador groenlandés Hans Hendrik, que participó en la primera expedición a la isla en 1853. La primera expedición occidental, se entiende. En la lengua de Groenlandia, la isla se llama Tartupaluk: “en forma de riñón”.
“Ninguno de los dos países conocía el reclamo del otro sobre la isla hasta una reunión bilateral celebrada en 1971 para discutir los límites territoriales”, dice La Nación (o más bien Reuters y AFP). “Desde la década de 1980, funcionarios, científicos y soldados de Dinamarca y Canadá han visitado la isla, turnándose para quitar la bandera del otro país e izar la suya propia. Incluso se convirtió en una tradición que los visitantes dejaran una botella de whisky canadiense o aguardiente danés para que sus rivales la encontraran en su próxima visita, según informes de los medios”. Héroes del whisky.
La nota señala que la isla es “inhabitable”, pero que el calentamiento global “atrae más barcos al Ártico, abriéndolo a la pesca y a la exploración de recursos”. Por si querés imprimirla en 3D antes de que la destruyan, aquí está el modelo.