Chocolate por la noticia: claro que es la palabra del año. Hasta marzo, casi no la conocíamos; sonaba rara, una deformación alarmista de epidemia. Con pan-, el prefijo de la totalidad, solo empezaban algunas palabras, como Pangea, o Panamericana, o panteísmo. Y de pronto flash, el 11 de marzo la OMS declaró la pandemia. Emergencia global. Su director general, Tedros Adhanom Ghebreyesus, dijo: “Pandemia no es una palabra para usar a la ligera o descuidadamente. Es una palabra que, si se usa incorrectamente, puede causar un miedo irrazonable o una aceptación injustificada de que la lucha ha terminado, lo que lleva a un sufrimiento y muerte innecesarios”. Ok.
Pero la lucha, como se han encargado de decirnos cada día, no ha terminado ni mucho menos. La lucha continúa. El 11 de marzo había registrados 118.000 casos en 114 países, y se contaban 4291 muertes. 290 días y varias olas más tarde, llevamos 78 millones de casos y 1.744.235 muertes, y contamos nuevas cepas (¿te acordás cuando la palabra cepa nos hacía pensar en vino y brindis, ayer nomás?).
La Wiki nos pone en contexto: las pandemias son la regla, no la excepción, tal como decía Jorge Troisi en su clase “Historia y pandemias”. “Pandemia” es una de las candidatas a palabra del año según la Fundación de Español Urgente de la Real Academia Española (la elegida se anunciará el martes 29). No está entre las palabras más buscadas en Google, donde la primera es “coronavirus”. Igual tuvo lo suyo; el pico fue el 11 de marzo, con el discurso de la OMS. Decìa Tedros: “De los 118000 casos notificados, más del 90% se concentran en tan solo cuatro países. Hay 81 países que no han notificado ningún caso, y 57 que han notificado 10 casos o menos. Si los países se dedican a detectar, realizar pruebas, tratar, aislar y rastrear, y movilizan a su población en la respuesta, aquellos que tienen unos pocos casos pueden evitar que esos casos se conviertan en grupos de casos, y que esos grupos den paso a la transmisión comunitaria.”