En 2021, por ahora, continúa la tendencia 2020: qué biológico se ha vuelto todo. Incorporamos al habla diaria términos que antes eran jerga científica o de ciencia ficción. Por ejemplo, mutación. Para mutantes, los zombis. O los X-Men, o directamente el Hombre Araña. Género fantástico.
Pero esta película no solo no termina sino que va complejizando el guión: ahora los virus mutan. Qué novedad, me van a decir quienes hayan prestado atención en la secundaria. Perdón, no me acordaba, no supe mucho de virus hasta 2020, tampoco sé mucho ahora.
Con las primeras noticias de la mutación del virus hubo otro ramalazo de pánico. No fue hace tanto, menos de un mes. Pero, ¿cuánto tiempo se puede estar en pánico? ¿Cuánto más? ¿Sostenido? Lo naturalizamos, como todo. Empezamos a hablar de las cepas del virus cual si fueran de vino. Total normalidad. Tenemos la mutación británica, la mutación carioca, la cepa española, la de los visones de Dinamarca, la sudafricana… en realidad, se calculan “dos mutaciones por mes”, según afirma la BBC. “Una población de virus es en realidad una nube de mutantes, con pequeñas diferencias genéticas”, dice el microbiólogo Ignacio López Goñi en The Conversation.
Pero, ¿sabés qué? Nosotres también mutamos. No somos iguales que hace un año, cuando los medios empezaban a reportar un extraño virus en Wuhan; para nada. Quién sabe en qué devendremos este año. Con un poco de suerte, quizá desarrollemos algún superpoder.