Cuatro miércoles de enero en un tuit. El 6 fue la toma del Capitolio; el 13 se inició el impeachment a Trump; el 20 asumió Biden. Y el 27, las acciones de la cadena de locales de venta de videojuegos GameStop reventaron Wall Street.
GameStop, como otros retailers, venía en baja por la digitalización y la pandemia; tan en baja que fondos de inversión como Melvin Capital y Citron Capital apostaron en su contra. Compraron acciones “en corto” (shorting): las pedían prestadas para venderlas, esperar a que el precio baje, recomprarlas por menos y devolverlas. Pictoline lo explica en una viñeta; quizás te suene de la peli The Big Short, o La gran estafa, sobre la burbuja inmobiliaria de 2008.
Pero un inversor llamado Ryan Cohen entró al negocio decidido a resucitarlo. A mediados de enero, cientos de miles de inversionistas amateur reunidos en un foro decidieron invertir hasta levantar la empresa que les dio su educación sentimental (este meme es un golpe bajo). Eso subió la acción un 400 por ciento en menos de un mes, e hizo perder 70 mil millones a los fondos de inversión. El martes, el hombre más rico del mundo, el mercurial (N19P07) Elon Musk, tuiteó “GameStonk!“. (Acá dirán que hice trampa, porque el juego de palabras mete dos en una). “Stonk” es una versión deforme de “stock” (acción), que se usa en un meme para burlarse del mundo financiero. Tras el tuit las acciones hirvieron; llegaron a subir un 1700% en el mes. Esto enfureció a inversores profesionales, milmillonarios y gurús de la city, que salieron a gritar por TV que ponerse de acuerdo para invertir era ilegal y que el mercado financiero debía ser regulado por el Estado. Mirá vos.
No termina acá: la ola de resucitación de empresas noventosas alcanza a Blockbuster, Blackberry, Nokia y AMC (hoy “meme stocks”).
Esta noticia está en desarrollo. Y se va a llevar muchas palabras, porque al mundo financiero le encanta usar términos que poca gente conoce y entiende (ergo, nuevos 🍿).
Mientras tanto, GameStonk ya es remera.