Rebe se identifica como “marrona”. Remite al colectivo Identidad Marrón, formado en 2019 y también presente en el #8M. En su Facebook dicen: “Somos un colectivo de personas marrones hijxs y nietxs de indígenas y campesinos de América”. Decía a Télam en febrero de 2020 Alejandro Mamani, abogado e integrante del colectivo: “Nosotros que somos millones con nuestro fenotipo indígena, no tenemos una palabra que nos designe. Decimos que nos han robado hasta el color: nos dicen ‘morochos’, ‘trigueños’, ‘pardos’, ‘cobrizos’.”,. En otra nota en Revista Ruda, definía a las “personas marrones” como “no blancas o racializadas, con rasgos indígenas, que vienen de contexto de provincia, campesinado, comunidades y demás”.
Este movimiento visibiliza conflictos de racismo estructural, y también de clase. En las marchas feministas levantan consignas como “Somos las hijas de las empleadas domésticas que no dejaste venir”, o “Pagar los aportes de las empleadas también es sororidad”. Este verano curaron la muestra “¿Qué necesitan aprender los museos?”, en La Manzana de las Luces.
En 2019, la tuitera Beti Bú consultó a la Real Academia Española: “Puedo decir que una correa es negrA, pero no que es marronA. ¿Por qué? ¿Estamos discriminando a las marronAs?” La respuesta de la RAE se viralizó: “Hay adjetivos de dos terminaciones, como «rojo, -ja», «amarillo, -lla» o «listo, -ta», y otros de una sola terminación, válida para el masculino y para el femenino, como «marrón», «azul» o «imbécil»”. Pero más allá del sarcasmo, agregó otro tuit: “En el «Diccionario de arequipeñismos», de J. G. Carpio Muñoz (1999) se registra «marrón, -na» como ‘persona de tez castaña’. Añade el autor: «En sí es un eufemismo por no decir mestizo, za; cholo, la. De uso reciente entre los jóvenes más blanquitos»”. O sea que, una vez más, “marrón/a” es un término que nació con uso peyorativo, y es reapropiado y subvertido por un colectivo que se aglutina en torno a él. Igual que “puta”, “puto” o “gorda”.