“Me topé con ella sin buscarla, como uno se puede topar con un ladrillazo en la cara. Ahí estaba, mi mamá en Twitter”, escribió el miércoles Victoria Ginzberg, secretaria de redacción de Página/12. “Mi mamá, Irene Bruschtein, fue secuestrada el 11 de mayo de 1977 junto a mi papá en su departamento de Almagro. No sé dónde los llevaron. (…) Pero ahí estaba, en Twitter, sentada en una mecedora, con sus piernas largas y flacas en primer plano, sus medias blancas por debajo de la rodilla, su cara de nena. Una imagen conocida, una de las pocas que quedaron. Alguien usó su nombre y su foto para convertirla en troll”.
Descubrió que los datos habían sido tomados del sitio desaparecidos.org, y que no era un caso aislado: “Una de las cuentas que interactúan con la de mi mamá tiene como nombre Raimundo Villaflor. Villaflor fue un dirigente de las Fuerzas Armadas Peronistas secuestrado en agosto de 1979 y asesinado en la Escuela de Mecánica de la Armada. Es una cuenta todavía más macabra: su usuario es @Desap1237 y su biografía dice: “militante peronista con una personalidad explosiva. Nos quedan 7800 cupos”. En la foto de encabezamiento de perfil parecería que se está tirando (lo están tirando) de un avión y su localización es Río de la Plata”. Da otros dos ejemplos similares y concluye: “Toda una granjita de trolls armada en base a y con burlas a desaparecidos.”
“Suelo creer que estoy de vuelta”, agrega Ginzberg. “Leí, vi, escuché, escribí muchos testimonios con cosas terribles, mucho más terribles que un avatar de Twitter. Pero la verdad es que sentí una opresión en el pecho al encontrarme con la cuenta. Tal vez se deba a que fue como ver un fantasma. Porque aunque sepamos que hay robots y trolls en las redes, sobre todo en Twitter, seguimos manteniendo, en algún registro primario y aunque sea por un momento, la ilusión de que hay personas del otro lado. Debe haber sido ese instante. Una fugaz aparición. Un milisegundo de ilusión”.