El 15 de abril, la revista Virus Research publicó un estudio genómico brasileño que asegura que se encontraron dos casos de personas infectadas simultáneamente con dos variantes diferentes de COVD-19. Porque por qué no.
La noción de coinfección (“la infección simultánea de un huésped por parte de múltiples agentes patógenos”) no es nueva, pero, como tantas otras, pertenecía a la lejana jerga médica hasta hace poco. Se hablaba, por ejemplo, de las posibilidades de coinfección entre el virus HIV y la tuberculosis. Pero el SARS-CoV-2, siempre rupturista, logra la coinfección de dos mutaciones de sí mismo: covid al cuadrado.
Según dijo a SciDev Fernando Rosado Spilki, uno de los autores, estas coinfecciones “son reflejo de la alta circulación simultánea de diferentes linajes del virus en un espacio geográfico determinado”. Explicó que esto puede propiciar la recombinación celular para que surjan nuevas cepas del virus: “Ello puede significar un salto evolutivo del virus, haciéndolo más fuerte que los otros linajes”.
Según explica el epidemiólogo Eric Feigl-Ding, la recombinación es peor que la “simple” (dice él) mutación genética. “A diferencia de las pequeñas mutaciones, que son como errores tipográficos en la secuencia, un fenómeno llamado recombinación se asemeja a un gran error de copy-paste en el que la segunda mitad de una frase se sobrescribe completamente con una versión ligeramente diferente. Una avalancha de nuevos estudios sugiere que la recombinación puede permitir que el virus cambie de forma de manera peligrosa”, dice citando un artículo del New York Times que sostiene que el virus “es un maestro en cambiar su genoma”.
El estudio que encontró los casos de coinfección se hizo en noviembre en Río Grande do Sul, el estado brasileño más austral, fronterizo con Argentina y Uruguay. Vuelven las palabras del neurocientífico nordestino Miguel Nicolellis compartidas en N30P07: “Brasil es un vivero a cielo abierto”.