La palabra no es nueva, pero acaba de ganar otro alcance en Argentina. “Todo sucede de a poco, hasta que todo sucede de repente”, escribió Lalo Zanoni citando a Hemingway. Les streamers eran familiares para una generación, desconocides para otra, hasta que ese muro cayó por la indignación de Gustavo López, un periodista deportivo de radio La Red.
“Che, ¿por qué los jugadores hablan con Ibai? Me pone nervioso eso. Ahora todo el mundo quiere hablar con Ibai. ¿Quién es?”, preguntó al aire, muy alterado. “Un streaming gamer”, le contestaron. “Ya me gana Ibai, me tengo que retirar. Me molesta que ya sea algo recurrente esto de los jugadores de hablar con Ibai. ¿Seis millones de seguidores tiene? ¿Y a mí qué me importa?”. Le explican (mal): “Es un youtuber que tiene un canal de Twitch”. “¿Qué es Twitch? ¡No tengo idea qué es Twitch!”, grita López, casi con orgullo. “¿A quién le ganó? No sabe nada y encima saca por teléfono al Kun Agüero y a Dybala!”.
Tampoco es que haya que estudiar física nuclear para hablar con un futbolista.
Hasta el martes yo no estaba al tanto de la existencia de Gustavo López. Gracias que sé quién es el Kun. Pero el episodio es genial. Ibai Llanos no se privó de contestarle: “Pero, por favor, Gustavo, no estés tan ardido si Dybala no quiere ir contigo, pues baja un poco de nivel, no vayas con un delantero de la Juventus. Llama a uno que quizás está más en tu nivel, de la tercera división keniata”.
Twitch es una de las plataformas de transmisión de juegos (y también de contenidos en general) más importantes del mundo, comprada por Amazon en 2014. Ahí se crían les gamers (jugadores de videojuegos o e-sports que pueden ganar dinero por los aportes de sus fans) y streamers (quienquiera que transmita). En la práctica, puede ser un YouTube alternativo (cuando YouTube nació como una “tv alternativa”).
“Fuimos privilegiados: escuchamos en vivo el ruido que produjo el choque de dos mundos”, escribió Zanoni. “López se enojó, y el que se enoja pierde”.