Gracias a Jorge Gemetto me caí en un hilo de Gretchen McCulloch sobre “long hundred” (“cien largo”, ¡120!). Siguiendo al conejo blanco llegué acá: “son retrónimos, como guitarra acústica y teléfono de línea”.
Paren todo. El mundo me da vueltas: descubro la palabra que buscaba hace meses. Incluso con los mismos ejemplos.
“‘Cine en salas’. Me quedé pensando en cómo ahora se señala como diferente eso que hasta hace un tiempo era obvio; ya nos pasó antes con ‘teléfono de línea’, ‘correo postal’, o -más acá- ‘clase presencial’. La semana pasada hablábamos de ‘prepandemia’ (N32P03). Carolina Katz, lectora de estas cartitas, me habló de ‘vieja normalidad’. Así se deben dar vuelta las páginas en la mente, como quien apaga la luz cuando se va haciendo de día”, decía en el N33. Retrónimos: “Una palabra o frase creada porque un término existente que antes se usaba solo necesita distinguirse de un término que se refiere a un nuevo desarrollo”, según el American Heritage Dictionary.
Los retrónimos anuncian que la frontera del sentido común se mueve. El diario digital crea al impreso; el trabajo remoto, al presencial.
La palabra no viene de la academia: fue inventada por un periodista, Frank Mankiewicz, presidente de la National Public Radio. Otro, William Safire, la mostró en el New York Times en 1980. “Una nueva forma de palabra compuesta fue creada para ayudar a las palabras antiguas a evitar el desplazamiento tecnológico“; [son] “sustantivos que han tomado un adjetivo para estar al día y defenderse de los términos más nuevos”.
Los retrónimos son la especie más sutil de los neologismos, ya que en vez de nombrar algo nuevo reconceptualizan algo anterior (¿no crea eso algo nuevo?). En vez de empacharnos con cómo brilla el futuro, dicen mirá qué distinto es ya el presente. Qué flamante es el pasado que acabamos de parir, recién salido de los altos hornos del día a día.
Al hablar se hace camino, y al volver la vista atrás nace el retrónimo. ¿Será esta, algún día, la primera pandemia?