“El mundo está en un apartheid de vacunas”, dijo el lunes el director general de la Organización Mundial de la Salud, Tedros Adhanom Ghebreyesus. “Los países de renta alta representan el 15% de la población mundial, pero tienen el 45% de las vacunas del mundo. Los países de renta baja y media-baja representan casi la mitad de la población mundial, pero sólo han recibido el 17% de las vacunas del mundo. Así que la brecha es realmente enorme. Lo más frustrante es que esta situación no es inesperada; ya ha ocurrido antes. (…) El problema básico es que falta compartir, así que la solución es compartir más”.
Descubro que “apartheid de vacunas” ya salió: fue la N26P05. Mil disculpas, el mundo insiste.
Ahora la palabra excede a las vacunas. En el informe “Un umbral cruzado”, Human Rights Watch asegura que las políticas israelíes contra la población palestina “constituyen crímenes de apartheid y persecución”.
“Acuñado originalmente en Sudáfrica, apartheid es un término jurídico que actualmente es usado de forma universal. (…). La Convención Internacional sobre la Represión y el Castigo del Crimen de Apartheid de 1973 y el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional (CPI) de 1998 definen el apartheid como un crimen contra la humanidad que consta de tres puntos: 1) Una intención de mantener la dominación de un grupo racial sobre otro; 2) Un contexto de opresión sistemática por parte del grupo dominante sobre el grupo marginado; 3) Actos inhumanos”, detallan.
También B’Tselem, el Centro Israelí de Información para los Derechos Humanos en los Territorios Ocupados, publicó en enero un informe, titulado “Un régimen de supremacía judía desde el río Jordán hasta el mar Mediterráneo: esto es apartheid”. Llegué por el artículo “La tragedia de Jerusalén y el apartheid israelí”, publicado por Ezequiel Kopel en la revista Nueva Sociedad. “El grado de cooperación de un palestino con el ejército israelí es directamente proporcional a su capacidad para viajar libremente”, señala.