Qué pavada discutir las figuras negras en los envases, ¿no?
Leo que el miércoles, trabajadores que estaban construyendo un enorme depósito para Amazon en Windsor, Connecticut, encontraron otro… otro noose. Busco la traducción: dogal. Voy a la RAE: “Cuerda para ahorcar a un reo o para algún otro suplicio”. Dice el artículo de la BBC: “La cuerda con lazo es sinónimo de los ahorcamientos extrajudiciales, o linchamientos, de personas principalmente negras en Estados Unidos a finales del siglo XIX y principios del XX.” Dice The Independent: La soga que usaba el Ku Klux Klan. También dice que es el octavo dogal que encuentran en esa construcción desde el 27 de abril.
Ante cada hallazgo, Amazon suspende el trabajo por unos días para “reforzar las medidas de seguridad”. Con este último -justo el día en que iba a ir a dar una charla el activista antirracista Scott X. Esdaile-, se dio intervención al FBI, al grito de “¡crimen de odio!”.
Parece que en la empresa líder del comercio mundial, propiedad del hombre más rico del mundo, no hay cámaras de seguridad ni inteligencia artificial que alcance para saber de dónde salió una soga. La compañía hizo lo que se hacía en las películas del oeste: ofreció una recompensa de 50 mil dólares a quien pueda proveer información sobre los dogales misteriosos. Un par de sogas después, la dobló a cien mil dólares.
Hace tiempo ya que -al menos en Estados Unidos- hay periodistas dedicades a cubrir Facebook, Google o Amazon como quien cubre la Bolsa, o a River. Mirando este flamante mapa de medios (qué concepto más 2021 de medios, ¿eh?) se entiende por qué. Amazon es la empresa que esta semana compró la Metro Goldwin Meyer y su acervo. Es la compañía metida en una -otra- demanda por monopolio. La que inventó el Amazen, una cabina hermética de uno por uno para “enfocarte en tu bienestar emocional y mental” mientras te explotan. La que impide sindicalizarse.
Ocho dogales en un mes.