Decía Ezequiel Adamovsky, entrevistado por BBC Mundo: “Esto [la noción de la Argentina blanca] se refleja de muchísimas maneras en muchas formas de violencia, por ejemplo, estatal que caen con especial énfasis en la gente más pobre, que también es la gente de tez más oscura, y que cae sobre los pueblos originarios que existen en el país.”
Ayer nomás, en el barrio Los Silos, de San Martín, Chaco, una bala policial mató a José Lagos, un joven de la comunidad qom. Algunas crónicas dicen que tenía 23 años, otras 18, otras 14; todas coinciden en que no estaba haciendo nada que mereciera un balazo. La comunidad fue a protestar a la comisaría y les corrieron a los tiros; acá se ve a las mujeres escapando con bebés en brazos.
Hoy nomás, 600 kilómetros más al oeste, en Bajo Hondo, Santiago del Estero, 50 policías y un par de topadoras intentaron desalojar a la comunidad Yaku Cachi del pueblo Guaycurú, que tiene sus tierras reconocidas por la Resolución 94/2020 del Instituto Nacional de Asuntos Indígenas. Según MOCASE Vía Campesina, el desalojo era pedido por el dueño de la empresa de gaseosas Manaos. Hasta la presidenta del INAI, Magdalena Odarda, repudió el intento de desalojo e intervino para frenarlo.
Decía Ernesto Lamas: “Incumpliendo la ley que prohíbe los desalojos a comunidades indígenas. Incumpliendo todos los protocolos de pandemia. Incumpliendo todo el derecho nacional e internacional. En estos casos el asunto selva, indios y barcos deja de ser un meme y tiene consecuencias concretas.”