Mientras tanto, en Tajikistán arrancó la vacunación obligatoria contra el COVID 19 para cualquier persona mayor de 18 años. Es el primer país del mundo en imponer esta medida. Sin embargo, en muchos otros hay vacunas obligatorias completamente instaladas. En Argentina, sin ir más lejos, el calendario de vacunación prescribe vacunas desde el nacimiento, y hay que completar el carnet para poder anotar a chicos y chicas en la escuela. Nadie discute la pertinencia o necesidad de las vacunas contra la polio, la tuberculosis o el neumococo.
Argumenta David Jiménez en el New York Times: “Si algo nos ha enseñado la pandemia durante el último año y medio, en el que casi cuatro millones de personas han fallecido en todo el mundo, es que derrotarla no será posible solo con esfuerzos individuales. La ciencia ha hecho su parte y es el turno de los ciudadanos de cumplir con la suya. La vacunación es una obligación moral hacia los demás que debería lograrse con la persuasión, la información y la evidencia. Cuando todo falla, los gobiernos tienen derecho a imponerla para salvaguardar la salud del conjunto de la sociedad”. Y cita a José Antonio Bastos, expresidente de Médicos Sin Fronteras en España: “El debate sobre las vacunas es de sociedades acomodadas que no han visto morir a niños de sarampión”.