“Se ve que Bolsonaros hay en todas partes. Se disfrazan de historiadores, de economistas, de progres. Si nosotros somos los ecoboludos ellos son el fachodesarrollo”. Lo dijo el lunes Marina Aizen, parte de Periodistas x el Planeta, en un furibundo hilo de Twitter donde refuta los ejes del artículo “Salmones en el Riachuelo”, de Roy Hora. Le tira leña al debate que se viene consolidando como “ambientalismo vs. desarrollismo”; no es el planteo ideal, pero al menos mueve un poquito las discusiones sobre modelos productivos. Cierto que “fachodesarrollo” le hace tan flaco favor a la discusión como “ecoboludo” o “ambientalismo falopa”; los insultos clausuran el diálogo. Pero es la primera vez que veo que quedan, por así decir, empatados.
En la nota de Hora hay una suerte de queja: “La restricción [a las salmoneras (N43P08) en el canal de Beagle] fue calurosamente celebrada en Tierra del Fuego y en las filas de nuestro ambientalismo, y recibió una favorable cobertura periodística”. Como si dijera que el trato no es equitativo, que la prensa tiene favoritismo. Me parece nueva esa percepción (más allá de su condición de verdad). Es posible que sea la primera vez que la prensa mainstream, fuera de medios independientes y autogestivos, le dé relevancia a un tema ambiental más allá de la nota de color. Una lectura obvia es que es la legislatura de Tierra del Fuego la que puso al tema al frente. Durante décadas, les periodistas que cubrían ambiente batallaron para lograr espacio en los medios; muchas veces perdieron por la presión de anunciantes. Recién ahora, con el colapso en la puerta, se les toma más en serio.
Quizás sea tarde. Puede que estemos llegando al final del debate con los salmones:
en el río Sacramento, en California, casi todos murieron “debido al anormal calor bajo el agua”, reporta Ana Cabrera de CNN. Nieman Lab dice que la perspectiva climática tiene que ser transversal en la prensa, y vaticina. “Si todavía no sos un periodista del clima, pronto lo serás”.