Se me clavan los nombres de quienes mueren en protestas: Víctor Choque, Teresa Rodríguez, Carlos Fuentealba, Darío Santillán, Maximiliano Kosteki, Mariano Ferreyra, Santiago Maldonado, Rafael Nahuel. Apenas los que recuerdo, entre tantísimos. Colombia lleva unas 70 muertes violentas en siete semanas de paro. Y Cuba sumó un nombre esta semana: Diubis Laurencio Tejeda. Duele triple.
Dijo la legisladora estadounidense Alexandra Ocasio-Cortez: “La supresión de los medios de comunicación, el discurso y las protestas son graves violaciones de los derechos civiles básicos. También debemos nombrar la contribución de los Estados Unidos al sufrimiento cubano: nuestro embargo de casi sesenta años. El mes pasado, una vez más, la ONU votó abrumadoramente para pedir a los Estados Unidos que levantara su embargo a Cuba. El embargo es absurdamente cruel y, como muchas otras políticas estadounidenses dirigidas a los latinoamericanos, la crueldad es el punto”. En inglés usa la palabra “embargo”. Qué golpe maestro inventar un método de opresión y ni siquiera darle un nombre en tu lengua.
Dice Javier Franzé en La Vanguardia: “(…) ni la democracia, ni ningún otro orden están hechos todos ellos de su misma materia, comparten rasgos y valores con otros modos de vida. (…) Cuba (…) lleva al extremo la inconmensurabilidad de los valores que componen todo imaginario político. (…) El inconveniente es que no hay modo definitivo de evaluar cuánto anti-imperialismo yanqui compensa el ‘yugo soviético’, ni cuánta pobreza es tolerable para no ceder al bloqueo, ni cuánta dictadura se justifica para mantener la soberanía.
El problema de las discusiones en bucle es que las posiciones condenatorias y apologéticas no quieren reconocer que también ellas están haciendo una cuenta entre bienes y males relativos, es decir, que están pagando precios por afirmar sus valores. En definitiva, que están absorbidas (…) por la lógica de lo político; más precisamente, de la ética política, que obliga a elegir entre valores sin medida común. Cancelar esa cuenta es querer huir de lo político.”
Dice Leonardo Padura: “Creo que los cubanos necesitan recuperar la esperanza y tener una imagen posible de su futuro. Si se pierde la esperanza se pierde el sentido de cualquier proyecto social humanista. Y la esperanza no se recupera con la fuerza”.