Quizás ya hayan escuchado hablar de ella: la escritora, directora, productora y protagonista de la serie I May Destroy You. Hablando mal y pronto, una bestia. La comparan con Lena Dunham en Girls, y hay algo de eso: las dos multiproducen sus trabajos, donde retratan a escritoras wannabee millennial y su familia de amigues, en cosmópolis como Brooklyn y Londres. Hasta ahí. Me da la sensación de que entre una y la otra hay un cambio de época, un salto a la oscuridad (y eso que IMDY es pre-pandemia). El trabajo de Michaela, hija de inmigrantes de Ghana al igual que su personaje, lleva en la frente un cartel que dice “interseccional”. Pareciera cargar con todas las causas del mundo (y a la vez, con la necesidad de contarlo de forma divertida y moderna). Circuló una frase en la que su personaje, Arabella Essiedu, dice algo así como “Antes de que me violaran no había notado que era mujer, había estado muy ocupada siendo negra y pobre”. Pero esta frase que nació remera no da pistas de la intensidad incómoda de la serie, que trae de todo menos certezas. Se mete con la victimización, la cultura de la cancelación, el racismo, las múltiples formas de la violencia, la toxicidad de las redes, el marketing y hasta el veganismo boutique. Me hizo pensar también en el libro de Tamara Tenembaum El fin del amor: Querer y coger en el siglo XXI, pero en clave feroz, sobregirada.