No es lo mismo “Vamos carajo”, “Vamos todavía”, y, mucho menos, Vamos e incluso Vamoooooos. Es un mensaje de admiración: así se dice, así se escucha, así se escribe y así se recibe. En los partidos con México, con Polonia y con Australia es la palabra que más compartí y la que más vi escrita en mi whatsapp.
El Vamooooooo es de inequívoco origen argento, aunque si me apuran se podrá decir que también es rioplatense. Pero la televisión del mundial mostró a jugadores coreanos, portugueses, franceses y japoneses llenándose la boca utilizando esta forma verbal llena de significado para nosotros y no tanto para ellos. De modo que, probablemente, nuestro viejo y querido Vamoooooos no necesite de traducciones. Asume su incorrección lingüística, pero brilla por su contenido emocional
Vamooooooooos, porque esta vez las cosas salieron como yo las había soñado.
Vamoooooooooooo es, aunque sea por un instante, conectarse con la alegría.
Vamooooooooooooo es abandonar la cabeza y la razón y agarrar la colectora del corazón y del deseo.
Vamooooooooooooooo es festejo, pero también desahogo, alerta, arenga y, en especial, reafirmación de una afirmación que, en principio, había quedado lejos y muy en duda.
Vamoooooooooooooooo, así, sin ese final, es como un grito de guerra sin fusiles. Es un estandarte de batallas que, seguramente, no pasarán a la historia pero que son decisivas si se trata de fútbol.
Vamoooooooooooooooooo, como este con diecisiete letras o y a veces más, es un alarido de felicidad que se siente y se acompaña con todo el cuerpo.
Vamoooooooooooooooooooo es una expresión mágica que lo mejor que tiene es que no necesita aclarar ni dónde estamos, ni por qué gritamos, ni adónde vamos (Argentina).
Por Carlos Ulanovsky