1. Narintón

“Si sos un hámster preocupado por el bienestar de otros, usar barbijo hace que seas contagioso solamente la cuarta parte de lo que lo serías sin barbijo. Si sos uno preocupado por tu propio bienestar, igual te baja a la mitad la exposición. No importa el tipo de hámster que seas, usá barbijo y, en palabras de Fundación Huésped: NARINTÓN. Desde la nariz hasta el mentón”, dice este artículo de El Gato y la Caja. Dejando de lado a los hamsters, la palabra anda. Viene de este videíto pegadizo: “NA RIN TÓN, de la nariz al mentón”. Hasta hay un challenge en TikTok.

Y está bien, porque el término “tapabocas” no estaba colaborando mucho con un uso del elemento que prevenga los contagios. “Cubrebocas” tiene el mismo problema, “barbijo” es más abstracto y remite a la medicina, y “máscara” o “mascarilla” nos mandan directamente al carnaval de Venecia, como le pasó a esta a esta pasajera en trance que lucía su antifaz en mayo. El mejor hasta ahora, creo, era el que usan en Cuba: “nasobuco” (nasobucodonosor,  dice mi amigo Martín). Pero “narintón” tiene potencial. Ojalá sea productiva para el segundo semestre. Dice Fernando Bercovich en su newsletter Trama Urbana que le encontró una ventaja a usar el coso: lo protege de la alergia de los plátanos. Mis dos centavos: este verano vamos a ahorrar en protector solar.

 

2. Antígenos

No es un antídoto todavía, pero tampoco es Antígona pidiendo permiso para enterrar a sus muertos. Esta semana fue la estrella del campo semántico de la pandemia, en boca de Ginés (en Argentina; en el resto del mundo, en boca de sus respectives ministres de Salud). “Un antígeno (‘anti’, del griego αντι- que significa ‘opuesto’ o ‘con propiedades contrarias’ y ‘geno’, de la raíz griega γεν, generar, producir; que genera o crea oposición) es una sustancia que desencadena la formación de anticuerpos y puede causar una respuesta inmunitaria”, dice la Wiki. La promesa es que pronto tendremos test de antígenos que permitirán saber en 15 minutos si una persona sufre COVID-19 o no. Según dicen, funcionan casi como un test de embarazo; la apuesta es acelerar la detección del virus para aislar antes a los positivos y cortar los contagios. Por si no estaban usando bien el narintón.

 

3. Híbrido

 

Pero por más narintón y antígenos que pongamos, la recomendación sigue siendo quedarse en casa. Entrando en el segundo semestre, ya es hora de ir discutiendo en qué nos hemos convertido, y cómo seguir. “Híbrido”, que hasta hace poco remitía a semillas cruzadas o autos a nafta o electricidad, hoy define interacciones a caballo entre el espacio físico y el digital. La RAE habilita: “producto de elementos de distinta naturaleza”.

La enseñanza híbrida se definía en 2017 como “una modalidad que trae lo mejor de ambos mundos: el online y el offline”. 2020 trajo la educación híbrida a los cachetazos, y ya se está probando en algunos países: alternar presencia en las aulas -en grupos reducidos y horarios breves y alternados- con clases remotas.

En entornos laborales también suena fuerte. El mismo Sundar Pichai, quizás el CEO más importante del mundo -de Alphabet, Google- dijo este jueves a Time: “Necesitamos crear más flexibilidad y más modelos híbridos”. El 62 por ciento del personal está de acuerdo. La gente de recursos humanos dice que la nueva normalidad es híbrida. Miles de organizaciones se están mudando a oficinas más chicas, previendo que solo una fracción del personal volverá a ocuparlas, y no tiempo completo. (Es interesante que hasta hace poco, “trabajo híbrido” remitía a la versatilidad de quienes trabajan, no de los espacios de desempeño).

En 2013, Marissa Mayer, flamante CEO de Yahoo!, se puso en contra al personal con un memo polémico. “La comunicación y la colaboración son importantes. Por eso es crítico que estemos todos presentes en nuestras oficinas. Tenemos que ser un Yahoo!, y eso empieza estando juntos físicamente”, decía. Así les fue. 

Mucha saliva ha corrido bajo el puente, y hoy hay hasta sesiones legislativas híbridas. Aunque el jueves, cuando se trató el Acuerdo de Escazú, la militancia ambientalista llenó las gradas de la Cámara de Diputados hasta donde las medidas de prevención lo permitieron. En persona.

 

4. Cuerpo

 

 

“El diputado ha dejado de pertenecer a este cuerpo”, dijo a las 3.38 del viernes Sergio Massa, presidente de la Cámara Baja, en referencia a Juan Ameri, el protagonista del #Tetagate. Más temprano, había dicho que “ofende al cuerpo y al pueblo”. Se escuchó también “si la situación indecorosa hace que el cuerpo haya resultado agraviado”, y “la expulsión del cuerpo del diputado Ameri”. 

¿Será que Ameri le puso demasiado el cuerpo a la sesión? En el parlamento híbrido, con legisladores en el recinto y e interactuando a través de pantallas, irrumpió (disrumpió) la corporalidad. ¿Compartían el mismo espacio el cuerpo de legisladores y el cuerpo besado? 

Dijo Massa: “Se produjo una situación intolerable para el recinto de esta Cámara de diputados, porque el recinto es uno solo, sea presencial o virtual”. Apoyó Silvia Lospennato: “El recinto virtual es el recinto”. Cecilia Moreau lo contó distinto: “Estábamos acá en la Cámara y, mientras sesionábamos, el diputado Ameri estaba en una situación muy íntima con su pareja.” Vuelve la pregunta, ¿dónde estamos cuando estamos online? 

No es la primera vez que se abre este portal entre espacio institucional y personal, intimidad y extimidad. “Hemos visto, en la convivencia del sistema presencial y el sistema remoto, senadores que ponían figuras de cartón, disputados que se cambiaban, alguno que se tapaba en la cama porque eran horas largas de sesión”, marcó Massa.

Graciela Camaño pidió un “código ético”, “acorde con la sociedad en esta nueva realidad que tenemos de trabajar por las redes”. 

Al buscar reglas para el espacio digital se encuentra que las del físico no están explícitas. En una reunión de cuerpo presente, ¿qué se pide? ¿Basta con poner el cuerpo, como estudiantes en la última fila? ¿La atención, la mirada? Improvisó Massa: “Los diputados tienen que estar enfocados en trabajar, en atender a lo que opina el otro”. 

Compromiso a enfocarse exclusivamente en la interacción común. Por eso ofende el avatar de Bullrich, el engaño: queremos el cuerpo real ahí. Bueno, no tan real, diputado Ameri.

 

5. Háptica

La ciencia del tacto, del griego háptō, “tocar”. Se habla de percepción háptica en relación a la información que entra al sistema nervioso por la piel, e incluso a “todo el conjunto de sensaciones no visuales y no auditivas que experimenta un individuo”, Wiki dixit. Va más allá del tacto propiamente dicho; por eso, quien maneja incorpora las dimensiones del auto a su percepción espacial y siente casi en el cuerpo si va a pasar entre esos dos camiones o no. 

Desde marzo, esta percepción cambió: cada cuerpo tiene ahora un halo de dos metros de radio demarcado por el alcance potencial de sus aerosoles de saliva. Esto ya se refleja en círculos pintados en el suelo en espacios públicos, y modifica los movimientos (condicionados a los respectivos usos del narintón). 

Desde hace rato se desarrolla la tecnología de comunicación háptica, que busca transmitir sensaciones táctiles; tocar y sentir a distancia. Hay un mundo de productos para hacer sentir cerca a las parejas, como pulseras que transmiten apretones de muñeca, remeras que abrazan y almohadas latientes (sin entrar en el rubro de sexo virtual). También sirve para digitalizar trabajos de precisión, como cirugías. Les gamers de e-sports, que se entrenaron en identificarse con avatares a través de la vista y el oído, hoy son las estrellas del mercado laboral. Quienes pilotean drones usan cascos de realidad virtual desde donde ven y escuchan a través de la cámara: videojuegos de guerra, como en Homeland. La tecnología háptica lleva la interfaz humano-máquina (HMI) a otro nivel; ya es posible digitalizar incluso texturas. “La retroalimentación háptica aumenta el desempeño y la sensación de presencia. El objetivo es lograr una transparencia total, hasta tal punto que el usuario no pueda distinguir si la tarea se está llevando a cabo in situ o remotamente”, dice Eckehard Steinbach. ¿Qué habría pasado si el diputado Ameri hubiera podido sentir el cuero de la banca de Diputados en sus dedos? Y viceversa.

 

6. Tecnonacionalismo

 

 

 

¿Dónde se guardan los terabytes de ilusiones hápticas? Como dice Stallman, la nube no existe: son enormes galpones con servidores que alojan datos, en países concretos, bajo legislaciones concretas. Se habló en Argentina en 2017 cuando el entonces ministro de Modernización firmó  un acuerdo para alojar bases de datos públicos en Amazon Web Services. La discusión por los “fierros” digitales se recalienta con la guerra (no tan) fría entre Estados Unidos y China, más de información que de mercancías, si es que todavía hubiera alguna diferencia. 

Encontré la palabra en un tuit de El Orden Mundial: “Trump ha respondido a China con su misma moneda: si tus empresas tecnológicas quieren jugar aquí, será bajo mis reglas. Lo de TikTok es una parte del nuevo tecnonacionalismo que amenaza al sector tecnológico y a la red”. Librenauta preguntó, “¿es soberanía de datos?” Me huele más al nacionalismo vieja escuela; la Wiki remite a Ciencia y Tecnología en China. Amurallar los datos: control híbrido.

Las cosas están así: Trump había prohibido descargar TikTok y WeChat en Estados Unidos desde el 20 de septiembre, a menos que la operación de TikTok en el país se vendiera a una compañía nacional. La empresa dueña, ByteDance, negocia con Oracle y Walmart mientras da pelea judicial. Lo de WeChat, la multi app del gigante chino Tencent, es más fuerte, porque se usa para todo: billetera electrónica, comunicaciones, red social; prácticamente, ciudadanía digital. Cualquiera que se contacte con alguien en China usa WeChat. Por eso, el domingo 20 una jueza congeló la suspensión.

El lunes, el editor del medio chino (atenti) Global Times dijo: “Estados Unidos reestructurando su participación y control sobre TikTok debe ser un modelo mundial. Las operaciones en el extranjero de empresas como Google y Facebook deben reestructurarse bajo control de empresas locales por motivos de seguridad”. Según la directora de la Fundación Vía Libre, Beatriz Busaniche, “ganó China”: el tecnocontrol se globaliza.

 

7. FinCenFiles

La plata también está en espacios físicos. O debería, para tributar impuestos. Pero no es lo que surge de los FinCenFiles, los documentos que difundieron esta semana  Buzzfeed y el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación, filtrados de la Financial Crimes Enforcement Network, la agencia de Estados Unidos contra el lavado de dinero, la corrupción y el financiamiento del terrorismo. Exponen 2600 “informes de actividad sospechosa” de empresas, gobiernos y figuras públicas. El banco con más reportes es, por lejos, Deutsche Bank, que acaparó más de un tercio (¡982!) y dos tercios del dinero sucio circulante. Lo siguen muchos; nadie está para tirar la primera piedra. Las transacciones, por más de 2 billones de dólares, financiaron desde el cartel de Sinaloa hasta la guerrilla pro-rusa en Ucrania vía paraísos fiscales (“paraísos” para quienes evaden millones; para el resto, infiernos). Putin, Peña Nieto, Odebrecht, Vicentin y Marcelo Tinelli aparecen en los informes; Argentina se menciona en 237 documentos, según Perfil. 

Durante la pandemia, la gente rica se hizo más rica y la pobre, más pobre. Como siempre, pero más rápido. En Estados Unidos, 643 multimillonaries aumentaron su fortuna un 29 por ciento y pasaron a concentrar el 32 por ciento de la riqueza, según Institute for Policy Studies; Jeff Bezos, Bill Gates, Mark Zuckerberg y Elon Musk encabezan la lista. En Argentina, en el último trimestre la brecha también se amplió: el 10 por ciento más rico gana 25 veces más que el 10 más pobre, afirma Infobae sobre el último informe del INDEC. Ayer logró dictamen en Diputados el proyecto de Aporte Solidario Extraordinario de las Grandes Fortunas, que afectaría a 9298 personas que tienen más de 200 millones de pesos; se prevé que la mitad de la recaudación venga de las 625 con más de 1500 millones.
Oxfam asegura que durante los últimos 25 años, el 1 por ciento más rico de la humanidad contaminó más que el doble que la mitad más pobre en emisiones de carbono.

 

8. Eviction crew

Perdón por el inglés, pero es que “cuadrilla de desalojo” es muchísimo menos fuerte. Porque “crew” suena a algo lindo, como tripulación de barco o avión, o equipo de filmación. Y “eviction” es más dura y áspera que “desalojo”: desahucio, expulsión. Una acción física: un patovica agarrando a alguien de las axilas y sacándole de un lugar a la fuerza. Juntas generan disonancia cognitiva, hacen pensar en gente que disfruta de hacer sufrir. La pandilla perversa. El personal perfecto para el capitalismo de plataformas, hablando de crisis. 

Porque hay una compañía, Civvl, que propone anotarse para ser desalojador free-lance. Un Uber para echar gente, que ofrece desalojos a demanda sin tomar empleados, full gig economy (economía de la changa). Eviction as a service, como dijo Cathy O’Neil, la autora de Armas de destrucción matemática. En plena pandemia, aumentan exponencialmente la desocupación y los casos de personas que no pueden pagar el alquiler, hasta desbordar los servicios de expulsión. ¿Qué pueden hacer los pobres propietarios? El mismo problema trae su solución: un ejército de desesperades por ganar un mango aunque haya que luchar cuerpo a cuerpo con quien no tiene adónde ir. Civvl invita a “unirse a la eviction crew”, con una foto de un hombre sacando un sofá. “La changa que permite hacer dinero más rápido debido al COVID-19”, publicitan

No debe faltar mucho para que se patente el robot que se meta en una casa y, manejado con tecnología háptica, tome a las personas de las axilas y las tire a la calle. Hasta entonces es mucho más barato contratar precarizades. De paso, los riesgos de contagio de COVID corren por cuenta de cada trabajador.  

Mientras tanto en Argentina se prorrogó la prohibición de desalojo y aumento de alquileres hasta el 31 de enero de 2021. En Guernica, desde el 20 de julio 1904 familias duermen en la tierra, bajo chapa, nylon o cielo, en parcelas que el censo oficial llama “hechos físicos”; hay 2797 menores. Un juez prorrogó su desalojo hasta el 1 de octubre.

 

9. Veremos

La pregunta es quién va a desalojar a Trump, porque no parece tener intenciones de irse. El miércoles, en una conferencia de prensa, un periodista le preguntó si se comprometía a asegurar una transición pacífica en caso de perder las elecciones. “Vamos a tener que ver qué pasa”, contestó Trump. “Saben que me estuve quejando de las boletas. Las boletas son un desastre. Queremos deshacernos de las boletas y tendremos una pacífica… no habrá una transición, francamente, habrá una continuación”. Ok.

Trump lleva meses argumentando que los demócratas harán fraude manipulando las boletas que se usan para votar por correo. Las boletas. Papelitos. Físicos. 

Si no acepta el resultado y empioja la elección con denuncias puede llevar la decisión del próximo gobierno a la Corte Suprema. Y ahí podría complicarse, porque con la muerte de Ruth Bader Ginsburg el viernes pasado, quedó una vacante que Trump quiere llenar cuanto antes; es probable que el Senado apruebe a su candidata, y eso daría una mayoría republicana de seis contra tres en la Corte.

“Veremos” (we’ll see what happens) es algo así como la frase favorita de Trump. La prensa la registra por lo menos desde 2017. El año pasado, la CNN recopiló diez “veremos” en temas clave: misiles norcoreanos, tarifas chinas, Biden, Mueller, seguridad nacional, FBI. Ya vamos a ver qué pasa.

Hay que decir, pandemia mediante, que algo de razón tiene: cualquier afirmación taxativa sobre el futuro se quema en el aire cual cañita voladora. The future’s not ours to see. Qué será, será.
 

10. Centro

Volviendo al sur, una de mapas y territorios: hay nuevo mapa de Argentina y dicen que en el centro del país está Ushuaia <3. Es bicontinental; al incorporar la Antártida, esa porción de pizza fría al fondo del mapa, quienes estamos en Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe, Mendoza venimos a quedar en el norte. El sur es el polo, nada menos. También se incorpora (¡y dale con el cuerpo!) la plataforma marítima más allá de las 200 millas náuticas, con las Malvinas, Georgias, Orcadas y las Sandwich, como le marcó el gobernador de Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur al Concejo Global de Emojis dos newsletters atrás

Este cambio viene de la Ley 27.757 de Espacios Marítimos, que establece una nueva demarcación de la plataforma continental “marítima e insular” y aumenta su superficie en un 35 por ciento. Los nuevos límites fueron aprobados por las Naciones Unidas en 2016. Chile, sin embargo, los desconoce.
Como viene la mano con el clima, la verdad, no está mal ir mirando un poco más para el sur. Y de paso, ir pensando en plataforma continental, sin distinguir tanto entre que está sobre el mar y qué abajo. Detalles.

Pienso en el grupo radical ficticio de The Social Dilemma, “Extreme Center”. En el espacio digital no hay centros. En el real tampoco: siempre estamos acá. Lo del centro es un capricho, justamente, de la mirada a distancia, las representaciones gráficas. Y en los mapas el agua no moja.

Un cambio de perspectiva no viene mal.