Una nota de Marcos Zurita en el número 53 de la revista Crisis:
“Atrás quedan los tiempos de las pantallas pasivas. El cine se estrena en las casas. A la grilla de la tele la programa cada usuario. La pantalla de los celulares y tablets ya no es un vidrio frío e insensible sino que se permite reaccionar al roce de las yemas. La interacción mediatizada por la pantalla táctil traduce (y traiciona) las intenciones analógicas. Las acciones cotidianas necesitan nuevos verbos que las nombren. Clickear, scrollear, matchear. El sujeto visotáctil adulto se entretiene con el sexting, el fueguito, el faveo. Arroja la red de las convenciones semióticas del momento y busca pescar la reacción.
Pero ese sujeto visotáctil coexiste con el sujeto tecnosocrático que habla con el dispositivo. Cambia el tipeo por la voz, la búsqueda escrita por la pregunta a Alexa y sus amigas. Como siempre, hay resistencias (“no escucho mensajes de voz”). Como siempre, es en vano. Las nuevas opciones se llevan de atropelladas a las anteriores.”
Categoría: número 100 (season finale) 🎈🎈
2. Presentificación
El viernes, durante el taller Viaje a los confines de la noche: sueño, vigilia, desvelo, la querida Natalia Ginzburg trajo esta palabra, que toma del reciente libro Jamás tan cerca, de Agustín Valle (Paidós).
“Es que el presente es algo muy distinto a la Actualidad.
El presente, la actualidad, ambos, se supone, nombrarían el “ahora”. Pero la Actualidad lo define como el conjunto de lo que ya está en acto. Cosas hechas. El presente, no. En la raíz etimológica del término ‘presente’ está el significado ‘alguien ante algo’. (…)
Por eso hacer un regalo es hacer un presente. (…) Es el tiempo en que manda la presencia. Si la Actualidad es el paisaje craso de lo obvio, la realidad nos guste o no, el presente es una temporalidad en la que todo lo que es acto está indeterminado, inconcluso, en tanto y en cuanto está ante alguien.
En el presente, las cosas no ‘son como son’ sino que están siendo de este u otro modo. El sujeto presente está ante algo -ante algo que tiene a la presencia subjetiva como decisiva-. El sujeto actual, en cambio, corre detrás de algo y se va la vida vivida como medio para no quedar lejos de la Actualidad.
¿Es la realidad tal como es y no queda otra más que adaptarnos? ¿De qué están hechos los momentos, las experiencias en los que lo real se nos presenta como algo abierto, nuestro, en los que algo está pasando, algo se mueve de un modo muy distinto a la movilización normal del rendimiento, donde palpamos nuestra potencia creadora en lo que pasa? Creadora de una olla popular, de una fiesta, de una huerta, de una zona temporariamente autónoma en la calle, de una cuenta de red social en la cual militar un contrapaisaje; potencia creadora de un pogo como el mundo jamás vio, de una situación, de un ambiente. Momentos o experiencias de escala grande o pequeña, multitudinales, grupales, personales. Están hechos, postulo, de presentificación.
Llamamos presentificación a la restitución al presente de su potestad existencial soberana.
Que sea el presente, y les presentes, quienes, y desde donde, se decidan, instauren y verifiquen criterios, valores. Llamamos presentificación a los movimientos que reconquistan una soberanía de sentido.”
3. Papel
En otro artículo del número 53 de la revista Crisis, Nicolás Perrupato y Sebastián Rodríguez Mora describen la industria papelera. “‘El papel es sobre todo agua’, dice un industrial con largos años en el negocio de la impresión. Hacer papel es mezclar lo sólido -madera ya trozada en pequeñas porciones o papel que se recicla- con lo líquido y calentarlo. Para eso, las productoras de pasta celulosa utilizan pulpers, gigantescas ollas con hélices en su interior que centrifugan y mezclan mientras el agua hierve y el vapor sale. (…) El siguiente paso es llevar la pasta celulosa hacia el papel. Al revés que en la cocina, después de hervirla a esta pasta hay que estirarla y secarla en enormes máquinas, como Pastalindas de dos cuadras de largo. Allí ingresa lo húmedo y sale, dependiendo el producto, lo que sirve para escribir (las resmas escolares), para imprimir (bookcel o papel de diarios), para limpiar y secar (papel higiénico o tissue), para envolver (kraft, con el que se hace el cartón).”
Y cada hoja trae su árbol.
Estas palabras semanales llevan un tiempo coqueteando con la posibilidad del papel: objeto del mundo, con cadena de valor y huella de carbono, con costos y peso, ocupando lugar. Con olor.
El año pasado, algunas llegaron a distintos papeles. Sara Guitelman, ilustre lectora y mecenas de estos envíos y docente de la cátedra Filpe de Diseño en Comunicación Visual, de la Universidad Nacional de La Plata, propuso a les estudiantes del Taller 2C un trabajo práctico: seleccionar diez palabras del anarchivo según un criterio personal y materializarlas en un libro artesanal. El resultado fueron más de veinte microediciones únicas de diezpalabras en papel. Aquí se pueden pispear algunas, gracias a la generosidad de sus creadoras y creadores. Gracias a todes <3
(Vuelvo a “Papelería”, el poemazo de Agha Shahid Ali con el que Zaidenwerg culminó su blog de traducción.
La luna no se convirtió en el sol.
Solo se derramó sobre el desierto
en grandes hojas, resmas
de plata que vos fabricaste a mano.
Ahora la noche es tu industria artesanal
y el día es tu bazar, veloz, enérgico.
Todo el mundo está lleno de papel.
Escribime.)
4. Contradón
El mundo está lleno de papel. Graciela Goldchluk, otra de las amigas que le debo a diezpalabras, acaba de publicar El libro de la vieja (Tiempos de archivo), donde hace una pregunta clave: ¿Qué necesidad?
“¿Qué necesidad tiene alguien de literatura de meterse con el archivo? (…). Pero ese es el punto, una escritura que nos conmueve de verdad, nos hace temblar diría Analía Gerbaudo, nos pone en estado de deuda. (…) No terminó mi deuda con Manuel Puig, ni con tantas otras escritoras verdaderas (…), pero no siempre es dado realizar el contradón de recoger una escritura que de otro modo se perdería. Quienes emprendemos el trabajo con archivos de escritores estamos pagando esa deuda. (…) La traducción es también un modo del contradón en tanto supone el mismo trabajo de domiciliación que el archivo, al abrigo de otra lengua, para que la escritura tenga una sobrevida (y también es un modo muy sofisticado de transcribir). Todo lo que sea transportar una escritura que parece no tener lugar observable a un soporte exterior donde obtenga una cierta estabilidad es hacer archivo. (…)
Juan Pablo Cuartas, el curador del archivo Bellatin, creo que quiere sacarle un secreto, el secreto de su funcionamiento. Más allá de la tesis que ya escribió, de la responsabilidad que le cayó encima al asumir la organización y descripción del archivo, su tarea se orienta a descifrar los ritmos del movimiento de ese archivo. No sabe que ofrece un contradón, pero ya llegó al relato del campesino que promete un tesoro enterrado a sus hijos para tener la certeza de que a su muerte, los hermanos remuevan la tierra de la viña. Ya sabe que no hubiera resultado si el padre hubiese hablado de las virtudes de remover la tierra, que la eficacia del mandato estuvo en que no había tal mandato, sino la exigencia de atravesar una experiencia. La necesidad de Cuartas en ese archivo es poder decir si no una verdad, que no se puede, algo que sea verdadero. Es la misma necesidad de Bellatin cuando escribe, y en eso consiste el contradón, en esa necesidad.”
5. Stultitia
Tanta palabra. Ayer me crucé con un tuit de David Cáceres que traía este fragmento de Foucault. Está en “La escritura de sí”, un texto de 1983 -un cuarto de siglo anterior a las redes sociales- recogido en Estética, ética y hermenéutica
“Si uno pasa sin cesar de libro en libro, sin detenerse jamás, sin retornar de vez en cuando a la colmena con su provisión de néctar y, por lo tanto, sin tomar notas ni constituirse por escrito un tesoro de lectura, se expone a no retener nada, a dispersarse a través de pensamientos diferentes y a olvidarse de sí mismo. La escritura como manera de recoger la lectura hecha y de recogerse en ella es un ejercicio de razón que se opone al gran defecto de la stultitia que la lectura infinita corre el riesgo de favorecer. La stultitia se define por la agitación del espíritu, la inestabilidad de la atención, el cambio de las opiniones y de las voluntades y, por consiguiente, por la fragilidad ante cuantos acontecimientos se puedan producir; se caracteriza también por el hecho de que vuelve el espíritu hacia el porvenir, lo torna curioso de novedades y le impide darse un punto fijo en la posesión de una verdad adquirida”.
6. Hypomnémata
Ese recortecito de Foucault sobre los peligros de no detenerse me llevó al fragmento inmediatamente anterior en ”La escritura de sí” , donde recupera esta noción de la antigüedad grecorromana. “Los hypomnémata, en sentido técnico, podían ser libros de cuentas, registros públicos, cuadernos individuales que servían de ayuda- memoria. Su uso como libro de vida, como guía de conducta parece haber llegado a ser algo habitual en todo un público cultivado. En ellos se consignaban citas, fragmentos de obras, ejemplos y acciones de los que se había sido testigo o cuyo relato se había leído, reflexiones o razonamientos que se habían oído o que provenían dei propio espíritu. Constituían una memoria material de las cosas leídas, oídas o pensadas, y ofrecían tales cosas, como un tesoro acumulado, a la relectura y a la meditación ulteriores. (…)
Estos hypomnemata no se deberían considerar como un simple apoyo para la memoria (…). No están destinados a suplantar eventualmente el recuerdo que flaquea. Constituyen más bien un material y un marco para ejercicios que hay que efectuar con frecuencia: leer, releer, meditar, conversar consigo mismo y con otros, etc. (…)
Se trata, no de perseguir lo indecible, no de revelar lo oculto, no de decir lo no dicho, sino, por el contrario, de captar lo ya dicho; reunir lo que se ha podido oír o leer, y con un fiin, que es nada menos que la constitución de si.
(…) Tal es, sin duda, el objetivo de los hypomnémata: hacer de la recolección del logos fragmentario y transmitido por la enseñanza, por la escucha o por la lectura, un medio para el establecimiento de una relación de uno consigo mismo lo más adecuada y acabada posible. Ahí radica, para nosotros, algo paradójico: ¿cómo situarse en presencia de sí mismo mediante el auxilio de discursos intemporales y recibidos un poco de todas partes?” (¡1983!)
7. Chuseok
Un tuit de Marina Mariasch me hace saber que este fin de semana se celebra la fiesta coreana Chuseok, “la luna más brillante del otoño”. Siempre es fiesta en algún lado.
Dice la Wiki: “Chuseok (추석),1 originalmente denominado Hangawi ‘el gran punto medio del otoño’, es un gran festival de la cosecha y festividad que se extiende por tres días en Corea, que se celebra el decimoquinto día del octavo mes del calendario lunar. Al igual que otros festivales de la cosecha, se celebra hacia el Equinoccio de otoño. Al ser una celebración de una cosecha abundante, los coreanos visitan sus pueblos ancestrales y comparten una fiesta con alimentos tradicionales.” Se suele comparar con la fiesta estadounidense de Thanksgiving, que también celebra las cosechas; es uno de los grandes motivos de celebración universales. Durante Chuseok, según se cuenta, se ofrece comida también a les ancestres, se visitan las tumbas, se estrena ropa (a veces, la tradicional, hanbok), se baila, y las estaciones, puertos y autopistas se congestionan de gente viajando.
El éxito del K-pop hace que hoy Chuseok sea una fiesta conocida en todo el mundo; aquí se puede ver una recopilación de videos de estrellas pop saludando a sus fans. Y aquí el saludo en vivo de BTS (en hanbok).
En Cine.ar hay una película argentina llamada 50 Chuseok, dirigida por Tamae Garateguy. “Chang Sung Kim intentará reconstruir la historia de los 50 años de ‘cosechas’ de la comunidad coreana en Argentina, pero en este proceso descubrirá que aún tiene cuentas pendientes por saldar”, dice la reseña. “Cosechas”.
Creo que es la primera vez que veo una palabra terminada en “ok”.
8. Chosim
Si ya estamos en Corea, no tengo cómo resistirme a otra palabra del libro ¡Hwaiting!:
“Chosim (sust.):
Corazón de principiante. La emoción y vitalidad de empezar algo nuevo. Ser un principiante es no perder nunca el asombro y la energía que movilizan nuestros sueños.”
Y así me siento. En general, en la vida, aunque pasen los años y las décadas y las nuevas olas me digan que ya soy parte del mar. Y en particular, con diezpalabras, cuando llega cada viernes a la noche: my own private shabat. La emoción y también el miedo, el no saber si esta vez va a salir, el deseo. Siempre empezando. Como canta Martín Buscaglia, no sé si es beneficio o maleficio: corazón de principiante, para bien y para mal.
9. Primavera
Vuelve, vuelve que te espero.
Si tenés el privilegio de vivir estos días bajo los cielos flúo de Buenos Aires sabrás de lo que hablo: esta primavera viene desatada. Cuando no es el jazmín chino es el azahar y donde no es el azahar es la glicina; días de 23 grados y noches de 18, gente en las calles. A la primavera le abrieron la jaula, y ahí viene tomando carrera con su ristra de promesas: cumpleaños, inauguraciones, asados, festivales.
Tardé un poco en darme cuenta por qué está tan recargada: porque, amigues, es la primera primavera libre en tres años. Es doloroso hasta acordarnos y entonces hacemos como que aquí no ha pasado nada. Pero dos primaveras pasaron (pasamos) ya amordazadas y maniatadas, con miedo hasta de brindar. Ahora, por fin, parece que esta vez sí, la tibieza nos estalla en la cara y estallamos con ella. Como decía @Hamacal: “Hola, primavera. Chapemos”.
Siempre me resultó rara la palabra; la cacofonía en “Primavera – Verano”. Y hay algo ahí. Dice Corominas: “VERANO, 1032. Abreviación del lat. vg. VĒRĀNUM TEMPUS ‘tiempo primaveral’, derivado de VER, VĒRIS, ‘primavera’. Hasta el Siglo de Oro se distinguió entre verano, que entonces designaba el fin de la primavera y principio del verano; estío, aplicado al resto de esa estación, y primavera, que significaba solamente comienzo de la estación conocida ahora con este nombre. De acuerdo con este valor, primavera, 1490, viene del lat. vg. PRĪMA VĒRA, clásico PRIMO VERE, ‘al principio de la primavera’.”
Es decir que el espíritu de la primavera es justamente el inicio, el reinicio. Esto que vivimos estos días. Los pimpollos. La promesa.
Y este año, el reinicio se siente más fuerte:
primavera cero primavera mil
primavera presencial
esencial
primordial
primavera primor
(primer
amor).
Todo
corre hacia ahora.
10. Detenerse
“Parece que es verdad lo que escribió Lao-Tse: continúa quien sabe detenerse”, tuiteó hace un tiempito Zaidenwerg.
Le pedí ayuda y -tan generoso- me mandó el poema entero. Es el poema 44 de Lao Tse, en versión del propio Zaidenwerg:
¿Qué importa más, tu nombre o ser quien sos?
¿Ser rico o ser? ¿Qué duele más? ¿La pérdida
o la ganancia? Es pérdida el apego
y el ahorro es perderse de gastar.
Quien está satisfecho no se humilla.
Continúa quien sabe detenerse.
Y con esto, agarrándose de Lao-Tse y de tantísimes más, del amor en cada respuesta a cada correo, este newsletter se va a detener, por un ratito, para poder continuar, pronto.
Cerramos aquí la extensa primera temporada de diezpalabras, que comenzó hace dos años y dos semanas. Abrimos un paréntesis para pensar, para acomodar y poner en valor el recorrido, para buscar nuevas formas. Un excurso, un desvío, una deriva: hacia la conversación, a ver qué sendero crea el caminar. Puede haber alguna edición fuera de catálogo.
Agradezco de corazón a todas todos todes les que acompañan este experimento. E infinitas gracias a quienes ayudan a sostener esta locura como mecenas. Recibirán en breve su invitación al diezpalabras de excursión, para merodear juntes las palabras y las cosas que nos miran fijo en otros formatos experimentales. Ojalá me acompañen.