“La polución vuelve rosa un lago en Argentina”, titulaba el lunes Gizmodo. “La laguna de Corfo se tiñó de un profundo y vibrante color rosa en lo que, según los activistas, es una preocupante señal de contaminación en la zona”. Salió en AFP, Reuters, The Guardian.
Corfo suena a Corfú, pero no se parece. Busqué en el mapa: no la encontraba.
El diario Jornada, de Chubut, sigue el tema desde el 14 de julio. “El color estaría vinculado a un importante volcado de efluentes de la industria de la pesca de la ciudad de Rawson. El 18 de junio, el Ministerio de Ambiente y Control del Desarrollo Sustentable de Chubut firmó un acuerdo con la Municipalidad de Rawson y la empresa Rawson Ambiental S.A. (RASA) (…). Se autorizó en forma ‘temporal y excepcional’ el traslado de efluentes líquidos desde plantas pesqueras ubicadas en Rawson hasta las lagunas de Corfo en las afueras de Trelew.” Lo que colorea el agua al estilo García Uriburu es el sulfito de sodio, un conservante antibacteriano que se pone a los langostinos.
El nombre no viene de una lengua aborigen: son dos lagunas ubicadas dentro del predio de Corfo, la Corporación de Fomento de Chubut, asociado a un parque industrial. Tras mucho rastreo encontré las lagunas (anónimas) en Google Maps: tienen un borde recto y se ven color rosa fuerte.
“No es la primera vez que este color aparece en la laguna, pero la cuestión se agravó como derivación de un conflicto ambiental en Rawson”, dice el diario Río Negro. “Hartos de la contaminación y de no ser escuchados, los vecinos del barrio ‘Area 12’ bloquearon el paso a los camiones con desechos de la industria pesquera”. Querían evitar que los sulfitos se siguieran filtrando a sus napas. La empresa los derivó a las lagunas sin nombre.
El titular de Regulación y Control Ambiental provincial, Juan Micheloud, dijo: “El color rojizo no provoca daño y en unos días desaparecerá”.
Las pesqueras son Cabo Vírgenes, Veraz, La Costillita e Iberpesca.
Categoría: número 47 (o como quieran llamar a ese golpe que corta)
2. Piquetero
“Piquetero piquetero / ten cuidado ten cuidado / que la noche es muy oscura / y a tu villa entraré”.
Así cantan los cadetes de la policía de Chubut mientras entrenan en un video que circula en redes, subido a la cuenta de Facebook oficial de la misma policía provincial.
“Es parte del folclore”, dijo Federico Massoni, el ministro de Seguridad, en campaña para senador por Chubut Somos Todos, aliado del Frente de Todos. “La policía está para proteger y resguardar la libertad de las personas. Y el piquetero es el que corta la ruta de forma parcial o total que impide que las personas, que usted pueda gozar de su libertad. El piquete es un delito y el que comete un delito, es un delincuente. Y qué pasa si la canción decía ´delincuente´, no es tan gravoso. Hemos naturalizado tanto a estas figuras, pero un piquetero no deja de ser un delincuente. Una cosa es manifestarse y otra cosa es cometer un ilícito como cortar una ruta o calle. No es una manifestación, es un delito y debemos actuar. (…) Y la canción que cantan no dice nada fuera de la realidad”.
Piquetes y piqueteros en la prensa argentina (1996-2002) es la tesis doctoral de Julia Zullo. Data “piquetero” en el conflicto de Cutral-Co en junio de 1996 -el primer piquete, aunque esta palabra la referencie en la jerga militar de fines del siglo XIX. Estudia cómo el signo se bifurca “como Jano bifronte”, al decir de Voloshinov: como identidad de lucha (lo que permite que existan colectivos piqueteros), y como apelativo peyorativo, como lo entiende Massoni. Y define a los piqueteros como “sujetos sociales ya existentes: pobres, desocupados, marginales” a quienes se reconfigura como actores de una nueva práctica social.
Veinte años después, Massoni cierra el círculo. En otro video policial, se muestra el “trabajo final” de graduación: la recreación de una represión a piqueteros, con neumáticos humeantes y todo. El piquetero como némesis para la policía patagónica: el enemigo deseado.
4. Festejación
“Un sector ha señalado que Pedro Castillo no sabe hablar y que no se le entiende. En las redes sociales también han proliferado los insultos: se le ha dicho ‘motoso’, ‘burro’, ‘ignorante’, ‘alfabestia’ y otros calificativos denigrantes. Al usar la palabra ‘festejación’ en una entrevista televisiva, la esposa del presidente electo, Lilia Paredes, ha sufrido ataques similares. Estos casos forman parte de una constante dinámica de discriminación y racialización lingüística.(…)
La explicación no pasa solo por entender que el hablante racializado está usando un español legítimo, sino también, y tal vez principalmente, por preguntarse por qué el oyente escucha al hablante como una persona lingüísticamente deficiente. (…) Es importante voltear la mirada de manera más precisa hacia los sujetos oyentes, sobre todo hacia quienes escuchan desde una posición de privilegio.
¿Por qué ha llamado tanto la atención el uso de ‘festejación’ por parte de Lilia Paredes, pero no (aunque en tono lúdico) el de ‘libertad de mentiración’ por el presidente Sagasti? ¿Por qué se piensa que tanto Pedro Castillo como Lilia Paredes hablan el quechua cuando eso no es verdad? ¿Por qué se señala, con tanta insistencia, que Castillo ‘no sabe hablar’? ¿Por qué se le dice ‘motoso’ si él no habla una lengua originaria y su discurso, en ningún caso, presenta fluctuación de vocales (tal como se suele entender el motoseo)? (…) Se está escuchando a estas personas desde un velo racializador, que asume que son ‘indios’ o ‘cholos’ y que, en tanto ‘indios’ o ‘cholos’, hablan mal el español (y, además, necesariamente hablan quechua), más allá de cómo se expresan y de cuál haya sido su biografía lingüística. Todo esto se vincula con el fenómeno de la colonialidad del lenguaje y el hecho de que el Otro racializado se concibe, por naturaleza, como incapaz de expresividad racional (…) como seres sin lenguaje en sentido humano pleno.” Virginia Zavala, Luis Andrade y Claudia Almeida, en La Mula.
4. Trazabilidad
Una palabrita que era del ámbito comercial / industrial hasta que fue cooptada por el sanitario, como tantas. “El Ministerio de Salud de la Nación notificó ayer un caso de variante Delta [N40P03] correspondiente a un viajero que llegó de Lima (Perú) el 19 de julio a partir del cual se detectaron otros 13 casos positivos de familiares con quienes se habría visto rompiendo el período de aislamiento”, dijo Javier Borrelli en su newsletter matinal Infusión. “En 12 de ellos también se detectó la misma variante y el caso restante aún está en investigación. Por el incumplimiento del protocolo también se aislaron cinco burbujas (N06P02) en cuatro establecimientos educativos. Este caso prueba la contagiosidad de la variante y la posibilidad, cada vez más próxima, de que se pierda la trazabilidad (qué palabrita que incorporamos esta pandemia) y se declare la circulación comunitaria.”
Efectivamente: unas horas después, el Ministerio de Salud de la Nación distribuyó un memo de “alerta epidemiológica” titulado “Riesgo de circulación de variante Delta de SARS CoV-2 en Argentina”.
“La trazabilidad es la capacidad de rastrear todos los procesos, desde la adquisición de materias primas hasta la producción, consumo y eliminación, para poder aclarar ‘cuándo y dónde fue producido qué y por quién’, se explica en términos de gestión de calidad. Viene del inglés traceability, de trace, rastro, huella. La Wiki dice que según la norma ISO 8402, “la trazabilidad o rastreabilidad es la ‘aptitud para rastrear la historia, la aplicación o la localización de una entidad mediante indicaciones registradas’”.
En España, la trazabilidad es además otra cosa: un parámetro, un indicador. Puntualmente, según explica ElDiario.es, “la proporción de casos de los que se conoce el origen”. La Wiki agrega: “Un porcentaje bajo implica que el sistema no es capaz de identificar las cadenas de transmisión y que la pandemia está descontrolada”.
5. Sobregiro
“Hoy es el Día del Sobregiro de la Tierra (#WorldOvershootDay), el día en que agotamos los recursos del mundo para 2021”, tuiteó el jueves Greta Thunberg. “A nivel nacional, esta fecha varía mucho. En mi país, Suecia, ocurre el 6 de abril. No solo estamos robando el futuro, también estamos robando el presente de otras partes del mundo.”
Sobregirar: hacer una de más, pasarse de rosca. A primera vista cuesta entenderlo, porque no es como otros “día de”, una fecha fija en conmemoración. Es una fecha dinámica, que se calcula en función del ritmo de producción y consumo de recursos naturales del planeta, y también de cada país. “El Día del Sobregiro de la Tierra marca la fecha en que la demanda de recursos y servicios ecológicos por parte de la humanidad en un año determinado supera lo que la Tierra puede regenerar en ese año. Mantenemos este déficit liquidando las reservas de recursos ecológicos y acumulando residuos, principalmente dióxido de carbono en la atmósfera”, se explica en el sitio oficial. “Para determinar la fecha del Día del Sobregiro de la Tierra, la ONG Global Footprint Network calcula el número de días de ese año en que la biocapacidad de la Tierra es suficiente para cubrir la Huella Ecológica de la humanidad. Se calcula dividiendo la biocapacidad del planeta (la cantidad de recursos ecológicos que la Tierra es capaz de generar ese año), por la huella ecológica de la humanidad (la demanda de la humanidad para ese año), y multiplicando por 365, el número de días de un año:
(Biocapacidad de la Tierra / Huella Ecológica de la Humanidad) x 365 = Día de Sobregiro de la Tierra.
Según estos cálculos, Argentina terminó de consumir la biocapacidad que genera en 2021 el 26 de junio. Es decir que estamos por debajo del promedio mundial, y no llegamos a cubrir seis meses. Todavía hay quien dice que Argentina es net zero (N38P09).
Sobregirar: Vivir por encima de las posibilidades, gastar de más. O, como dice Wikipedia, el Día de la Deuda Ecológica. Pasarse.
6. Twisties
“Lo vieron en la práctica… tuve algunos twisties”, dijo el martes Simone Biles, la gimnasta más laureada de todos los tiempos “tanto en la categoría masculina como en la femenina”, como destaca arteramente la ESWiki. Biles suma 19 títulos de campeona mundial y 25 medallas en campeonatos mundiales, incluyendo las de oro de los Juegos Olímpicos 2016 en competencia individual y de equipos. Y con esa palabra explicó cómo pudo haber caído fuera de la colchoneta, no una sino varias veces, y dio la clave de por qué se retiró de la competencia.
“Palabra para el diccionario olímpico… Parece un término lindo, gracioso para decir que perdió el control sobre su cuerpo en vuelo. Pero una vez que sucede, es muy difícil de olvidar porque el pensamiento reemplaza al instinto”, tuiteó el periodista Sandro Pozzi.
“Sufrió una desconexión entre percepción y acción”, define Steve Magness, entrenador de rendimiento para atletas olímpicos. “Estaba volando por el aire y perdió la noción de dónde estaba ella y dónde estaba el suelo. Eso es realmente aterrador y peligroso. Tampoco es culpa suya. Eso en gimnasia se llama twisties”. Y explica: “Si querés saber cómo se siente, jugá a ponerle la cola al burro. Da un montón de vueltas y luego intentá caminar. Gracias a un poco de vértigo, te tambaleás. El movimiento de tu cuerpo y la respuesta que recibe están distorsionados. Tu cerebro cree que tu brazo o tu pierna están desorientados y que deben moverse. Ahora imaginate dando vueltas en el aire.”
Retorcerse. Pensar de más, darle demasiadas vueltas. Sobregirar.
Algo que se tuerce, o quizás se suelte.
7. Fuerte
“La salud mental es lo primero. Si no, no vas a disfrutar de tu deporte y no vas a tener tanto éxito como querés. Entonces está bien incluso a veces dejar de lado las grandes competencias para centrarte en vos, porque muestra lo fuerte que sos realmente como competidora y como persona”, dijo Simone Biles en conferencia de prensa, tras una actuación muy inferior a su nivel. “Después de esa performance, no quería seguir”, dijo, según BBC. “Tenemos que proteger nuestra mente y nuestro cuerpo y no sólo salir a hacer lo que el mundo quiere que hagamos. Ya no confío tanto en mí misma. Hubo un par de días en los que todo el mundo tuiteaba y sentías el peso del mundo. No somos sólo atletas, somos personas al fin y al cabo y a veces hay que dar un paso atrás. No quería hacer algo estúpido y salir herida. Al final, no queremos que nos saquen en camilla”. Simone se niega a ser la mujer rota.
“Como sociedad, tenemos un malentendido acerca de lo que es la fuerza”, dijo el entrenador Steve Magness (o “la dureza”, o “la tenacidad”: “toughness” en el original). “No es apretar los dientes, aguantar todo. Se trata de tener el espacio para tomar la decisión correcta a pesar de la presión, el estrés y el agotamiento. Toughness consiste en ser capaz de tomar esa decisión. A veces es persistir, otras veces es abandonar”.
“Creo que el hecho de que muches atletas hablen ha sido de gran ayuda”, dijo Biles, a quien se conoce como GOAT, por Great Athlete of All Times. Seguro que sus palabras también ayudan. A les atletas y, con suerte, también al resto. Como dicen Anuka Fernández Fuks y Dafna Alfie en LatFem: gracias por fallar, Simone.
8. Precarización
“Tras más de 23 años me desvinculo del diario La Nación”, anunció Diego Batlle. A diferencia de Nora Bär, quien renunció hace un mes, explica sus razones. “Todo lo que me interesa (cine de calidad, festivales, películas argentinas) hoy no genera clicks. Importa más la foto de Instagram de un/a influencer o modelo que Scorsese (…). No tengo nada para aportar en ese terreno. (…) No tengo nada que ver con las posturas editoriales de LN ni menos aún con LN+. Pero nunca me sentí incómodo por esas diferencias ideológicas. Lo que sí me incomoda es la tremenda diferencia entre figuras de LN+ que cobran millones de pesos mensuales y colaboradores precarizados, que ganan monedas. (…) En el periodismo aprendimos a hacer cosas que no nos gustan demasiado cuando la paga es digna o cosas que nos gustan mucho por pocos o nulos ingresos. Pero hacer cosas que no nos dan placer por retribuciones ridículas es el peor de los mundos. (…) En momentos de esplendor trabajar en los medios masivos era fundamental para consolidar una carrera. Hoy, ya no. Siento que los periodistas debemos potenciar los proyectos personales.(…) La precarización es un camino sin retorno”.
La última vez que renuncié a una editorial, sentía que me estaban calentando el agua tan lento que iba a hervir como a la rana de la fábula: cada día más clickbait y menos placer. Plata nunca hubo mucha.
“Creo que el periodismo va a ser una actividad para personas con vocación”, dijo Jorge Fontevecchia, presidente y CEO del Grupo Perfil, a revista Crisis. “En la segunda mitad del siglo XX, trabajar de periodista era atractivo incluso para personas que buscaban progreso económico; hoy dejó de serlo y se parece más a un profesor universitario, o a un médico de hospital (…). A lo mejor para el periodismo eso puede significar una mejora, que aumente el nivel de compromiso y deje afuera a quienes solo quieren maximizar su beneficio”.
Pero la fábrica de clicks mata la vocación. Y docentes y médicos, aunque pobres, tienen estabilidad. Para mí el periodismo se asemeja cada vez más al arte: vivir de eso es un privilegio de élite. Para el resto quedan los empleos complementarios, la changa, la docencia y la autogestión; ahora le dicen creator economy.
9. Poetisa
Poetisa es una palabra dulce
que dejamos de lado porque nos avergonzaba
y sin embargo y sin embargo
ahora vuelve en un pañuelo
que nuestras antepasadas se ataron
a la garganta de sus líricas roncas.
Si él me llama le dices que he salido
había pedido Alfonsina mientras se suicidaba
y eso nos dio miedo.
Mejor poetas que poetisas
acordamos entonces entre nosotras
para asegurarnos aunque sea un lugarcito
en los anhelados bajofondos del canon.
Y sin embargo y sin embargo
otra vez nos quedamos afuera:
no sabíamos que los poetas
gustan de volverse vates
mientras a las chicas en lenguaje inclusivo
la palabra vata no nos suena
porque las mujeres no escribimos
para convencer a nadie.
Por eso la poetisa que todas llevamos adentro
busca salir del clóset ahora mismo
hacia un destino nuevo que ya estaba escrito
y que al borde de su propia historia revisitada
nunca se cansó de esperarnos.
Tamara Kamenszain, Chicas en tiempos suspendidos
10. Escansión
“La muerte de la escritora Tamara Kamenszain se interpuso, como dice ella misma en su último libro, Chicas en tiempos suspendidos, como una escansión, ‘o como quieran llamar / a ese golpe que corta la prosa / en pedacitos’”, decía Agustina Larrea el su newsletter Mil Lianas.
Vuelve la palabra de lejos.
“La sílaba solo tiene realidad lingüística en una lectura particular que se llama escansión”, dicen Ducrot y Todorov en el Diccionario Enciclopédico de las Ciencias del Lenguaje.
“f. Métr. Acción de escandir o medir los versos”, dice la RAE. Pero también dice, antes (1): “f. Med. Trastorno neurológico consistente en hablar descomponiendo las palabras en sílabas pronunciadas separadamente”.
“El término ha sido adoptado por los psicoanalistas lacanianos tomando en cuenta una de sus acepciones, que atañe a la ‘métrica’ del discurso: ‘separar’, ‘subrayar’, ‘puntuar’, ‘cortar”, dice Lucía D’Angelo en Virtualia. “Es un recurso de la acción analítica que permite designar el momento de la interrupción o de la suspensión de la sesión misma. Producir una escansión, para segmentar en el tiempo y en el espacio la amplitud del discurso del analizante. (…) Para utilizar la expresión de Hebe Tizio, ‘la sesión, corta’”.
Tamara Kamenszain publicó en 2014 El libro de los divanes.
En 2018, decía de Alejandra Pizarnik: “Hizo una escansión con su generación, es como una joven vieja. Pero el tiempo le alcanzó para dejar una marca en los que vinieron después.”
“Me daría por conforme si mi poesía operara para los escritores más jóvenes como un permiso de ruptura”, decía en 2014, en una variación léxica.
Podría.“No se puede llorar apurada”, dice Marina Mariasch en las palabras que dedica a Tamara. “Ni leer apurada.” Para eso se corta.
Es canción.
Mónica López Ocón cita los mismos versos, un poco más.
¿Y la enfermedad?
¿Y la muerte?
De esos asuntos ya hablé en otros libros
y no me queda nada más para decir.
Porque en este caso no hay duda
de que lo que empezó como poesía
está terminando como una de esas novelas
donde ni el lamento tanguero,
ni el lamento judío
ni el otro lamento con el que suelo tapizar
el diván de mi analista
alcanzan para que el ritmo
el rezo, el verso
la escansión
o como quieran llamar
a ese golpe que corta la prosa
en pedacitos
se interponga entre la realidad y lo que sí o sí
merece quedar suspendido
sin pronóstico
sin metáfora
pero sobre todo
sin miedo.