Si la palabra de 2020 fue “pandemia”, la de este 2021 da un paso adelante. “Vacuna / vacunas” (N42P01) fue por lejos la más votada, y se sumaron votos a “antivacunas” (una palabra que creció tan subrepticiamente que se me escapó), “vacunatorio”, “totalmente vacunade” (N37P03), “semivacunade” (N24P05) y “no vacunados”, o “invacunades” (N45P01). También salieron este año otras palabras de la familia, como “vacunación obligatoria” (N44P05), “vacuna popular” (N33P10), “apartheid de vacunas” (N26P05), “vacunagate” (N25P02), “unvaxxed sperm” (N66P03), “vacuguagua” (N50P03).
La aristocracia lectora de diezpalabras está en la pomada y coincide con el veredicto del equipo del Oxford English Dictionary. También elles destacan que “vax” llega junto a “double-vaxxed”, “anti-vaxxer” y “unvaxxed”, y que se la eligió no solo por su frecuencia sino también por su versatilidad para crear palabras nuevas, como “vaxxie”, la selfie de la vacunación.
“Vacuna” también es la palabra del año para Fundeú / RAE. Así, en singular, la publiqué en N42P01, en junio. Seis meses y 75 millones de dosis después en Argentina (y 8650 millones en el mundo), varies votaron “vacunas”, en plural. “El jardín de esquemas que se bifurcan”, tuiteó maría ele.
Aquí la historia de la palabra vacuna (y de la cosa), por mi querida amiga Melina Furman (Oxford coincide):
“Suelo contar en mis clases la fascinante historia de Edward Jenner, el médico rural inglés que en el siglo XVIII creó la primera vacuna. Jenner se dio cuenta de que las ordeñadoras de vacas no se contagiaban de viruela, una enfermedad tremenda y mortal, y pensó que tal vez el hecho de que se contagiaran antes de la viruela vacuna, una enfermedad mucho más leve que generaba pústulas en las manos, podía tener algo que ver.
Entonces hizo algo aventurado: inyectó material de las pústulas de una ordeñadora que tenía viruela vacuna en un niño sano, que no se contagió luego de ser expuesto a la viruela humana después. Sus investigaciones fueron el pilar fundamental para la creación de las vacunas, que son quizá el invento de la humanidad que mayor cantidad de vidas ha salvado.”
Categoría: número 67 (las diez palabras de 2021)
2. Engentarse*
“Vacuna”, estimo, fue votada por omnipresente. “Engentarse” (N61P10), en cambio, creo que se ganó su lugar por necesaria. Siento el orgullo pavo de haberla presentado a la mayor parte del venerable público lectore, ya que es una palabra de circulación frecuente en México, no en Argentina. Y también de subvertirla un poco, de cambiarle el sentido a fuerza de deseo. Porque era innegablemente negativa, y a mí todavía me dan ganas de engentarme: recuperar la interacción física tanto tiempo perdida.
Aquí un fragmento de lo publicado en noviembre:
“Hemos vuelto a socializar: a reunirnos con seres queridos, a sostener conversaciones superficiales con desconocidos, a abrazar a nuestros amigos y también nos abrumamos por volver a estar en contacto con la gente. En México se usa un verbo muy preciso para describir ese agobio: engentarse”, dice Elda Cantú en la edición del martes del newsletter El Times. (…)
El significado es claro, está en varios diccionarios y en ningún caso tiene connotación positiva. Por ejemplo, dice el Diccionario del Español de México:
“engentarse v prnl (Se conjuga como amar) Sentirse abrumado, aturdido e incómodo por la presencia de mucha gente en algún lugar: ‘El caso es que me engenté, me aburrí del tianguis y le pedí que nos fuéramos’ (…)
Entiendo que es más fácil aturdirse post pandemia (…). Pero cuando vi la palabra no pude evitar malinterpretarla y sonreír. Pensé “sí, tengo ganas de engentarme, ya es hora, qué lindo tener un verbo para describir eso que extrañamos tanto tiempo y que de a poco está volviendo”. Mala mía, no era eso, era todo lo contrario. ¿Cómo llamar a ese verbo que falta?”
Intuyo que algunas de las personas que votaron “engentarse” y “engentamiento” (al menos, a las que vinieron a los engentamientos en La Plata y Buenos Aires) les asignaron nomás ese sentido subvertido.
Como fuere, tenemos hoy una (otra) palabra ambivalente. A Voloshinov le gusta esto.
3. Presencialidad*
Esta salió tercera en el ranking de votos, sumando a “presencial” y “presencialidad plena”. Estaba segura de que había salido el año pasado, pero no: “presencialidad” es la N24P09, de febrero. Qué año más largo.
Decía entonces: “Otra palabra full pandemia. Hace apenas un año, preguntar si un evento iba a ser presencial era un sinsentido, como preguntar si un concierto era acústico antes de la electricidad, si una calle era peatonal antes de los autos. Hay cosas que sencillamente no se pueden imaginar hasta que suceden.
Incluso si ya sucedían. Las videoconferencias ya existían: Skype se fundó en 2003; en los Juegos Olímpicos de invierno 1995 se tocó la Oda a la Alegría con una orquesta repartida en cinco continentes; ya entre 1936 y 1940, la oficina de correos alemana tenía un circuito cerrado de tevé para conversar cara a cara (no pienses en un elefante rosa). Pero una teleconferencia no es una reunión. Durante un tiempo -corto- aclaramos “reunión virtual”, “taller virtual”, “clase virtual” (o remota: lo discutimos en N18P04). Y después dimos vuelta a la esquina y nos acostumbramos; lo no marcado, lo habitual, empezó a ser la interacción digital, a distancia. Así nació, como excepción, como futuro añorado que busca el pasado, la presencialidad (no presenciabilidad, por suerte)”.
No lo sabía en febrero, pero esa es la definición misma de retrónimo.
Fue distinto con “presencialidad plena”, la N52P09, en septiembre:
“¿Cómo llamar al retrónimo del retrónimo? Cuando escribí sobre “presencialidad” (N24P09), en verano, no había dado todavía con “retrónimo” (N36P01), tesorito de otoño (…) el binomio virtualidad / presencialidad ya no alcanza para dar cuenta de lo que vivimos: necesitamos otros matices. Porque si presencialidad es lo que había en las escuelas desde febrero, ¿qué es esto de ahora? (y si fuiste como eras, ¿cómo sos?) Y bueno: presencialidad plena, para nombrar a aquello que es como solía ser antes de que empezáramos a pensar en estas cosas. Con la paradoja de que ya no es igual: es lo que era, más la conciencia de su fragilidad.”
4. Retrónimo*
La cuarta palabra más votada (y mi favorita absoluta, amor a primera vista).
Dice Graciela Goldchluk: “Retrónimo: porque este año el tiempo no fue para adelante, ni para atrás, fue un amasijo y todo se volvió a definir… La semana pasada organicé una reunión presencial (ejem) para organizar una reunión virtual.”
N36P01, mayo :
“(…) Siguiendo al conejo blanco llegué acá: “son retrónimos, como guitarra acústica y teléfono de línea”.
Paren todo. El mundo me da vueltas: descubro la palabra que buscaba hace meses. (…)
Me quedé pensando en cómo ahora se señala como diferente eso que hasta hace un tiempo era obvio; ya nos pasó antes con ‘teléfono de línea’, ‘correo postal’, o -más acá- ‘clase presencial’. La semana pasada hablábamos de ‘prepandemia’ (N32P03). Carolina Katz, lectora de estas cartitas, me habló de ‘vieja normalidad’. Así se deben dar vuelta las páginas en la mente, como quien apaga la luz cuando se va haciendo de día”, decía en el N33. Retrónimos: “Una palabra o frase creada porque un término existente que antes se usaba solo necesita distinguirse de un término que se refiere a un nuevo desarrollo”, según el American Heritage Dictionary.
Los retrónimos anuncian que la frontera del sentido común se mueve. El diario digital crea al impreso; el trabajo remoto, al presencial.
La palabra no viene de la academia: fue inventada por un periodista, Frank Mankiewicz (…). Otro, William Safire, la mostró en el New York Times en 1980. “Una nueva forma de palabra compuesta fue creada para ayudar a las palabras antiguas a evitar el desplazamiento tecnológico“; [son] “sustantivos que han tomado un adjetivo para estar al día y defenderse de los términos más nuevos”.
(No paro de encontrar ejemplos. “Unvaxxed sperm” (N66P03), por ejemplo. O este de la semana pasada: “interpretación humana de las jugadas“).
Los retrónimos son la especie más sutil de los neologismos, ya que en vez de nombrar algo nuevo reconceptualizan algo anterior (¿no crea eso algo nuevo?). En vez de empacharnos con cómo brilla el futuro, dicen mirá qué distinto es ya el presente. Qué flamante es el pasado que acabamos de parir, recién salido de los altos hornos del día a día.
Al hablar se hace camino, y al volver la vista atrás nace el retrónimo. ¿Será esta, algún día, la primera pandemia?”
5. Imprevisto*
Otra palabra que no sale en el ranking de la RAE ni de Oxford: only in diezpalabras, gracias a un generoso regalo de Alicia Killner, que a su vez compartió con nos un regalo de su amiga Camila. Pero, la verdad, no es tan sorprendente que esta palabrita capture el clima de la época, de la larga época que estamos viviendo hace casi dos años. Al final, el año pasado “unprecedented” (N09P06) fue elegida “palabra del año de la gente” en Dictionary.com. No es lo mismo lo sin precedentes que lo no previsto, aunque por ahí anda. Imprevisto (N62P09) tiene un matiz de sorpresa positiva: “lo inesperado también acontece”. Gracias otra vez, Alicia, Camila, Clarice.
“Hablando de Clarice y de la locura de amor y las mujeres una poeta de Brasil me manda esto. Lo pensé para vos”, me escribió hace unos días Alicia Killner, parte de la aristocracia lectora de diezpalabras. Venía con una foto de un libro, un epígrafe, y arriba decía ‘hallazgo que me envía Camila Do Valle’.
El texto es un fragmento de una carta de Lispector a su amiga Olga Borelli. Está fechado en Río de Janeiro, 11 de diciembre de 1970, y es tan lindo en portugués que no quiero traducirlo; hay versión e español acá. Aunque es una carta, y lo encontré como texto corrido, lo reproduzco como se ve en la foto de Alicia y Camila.
Acontece que eu achava
que nada mais tinha jeito.
Então vi o anúncio de uma água
de colônia da Coty, chamada Imprevisto.
O perfume é barato. Mas me serviu
para me lembrar que o inesperado
bom também acontece.
E sempre que estou desanimada
ponho em mim o Imprevisto.
Me dá sorte.”
6. Charly
Me encanta que la aristocracia lectora considere que Charly marcó el año. Concuerdo plenamente. Y qué alegría recordar la alegría, por una vez.
La palabra Charly no había salido, pero salieron en cambio muchas en honor a él en el número 59, el del 23 de octubre, su cumpleaños número 70. Empecé a escribir antes de que empezara el día, y cuando ya estaba terminando tuve que interrumpir para sumarme a la fiesta, y bailé y canté y lloré, y volví toda encendida siete horas después a cerrar la cartita.
Qué decir de la palabra Charly: que en Argentina es unívoca, como Diego, aunque haya infinidad de Charlies y de Diegos (y por favor este video). Un nombre que siempre tiene filo, siempre en llamas, siempre verdad, decíamos en tentempié (N59P08): la antena (N59P09) absoluta. Conté mi historia de gratitud adolescente forever en prepararás (N59P01). “El que dice las cosas a tiempo no hace el negocio de la memoria sino el del futuro”, dijo Martín Rodríguez, y dijo también: “La palabra de Charly es inconsciente” (N59P02). Florencia Angilletta aseguró que Charly “vino con la democracia de mercado bajo el brazo en Clics modernos”, en referencia a Rucci (N59P03). También afirma que vivió resucitando (derecho a esa canción que decía “me tiré por vos”).
Charly, la máquina de mirar distinto. Nuestra máquina. Siempre atento a “esa cosa que te hace vivir” (N59P10).
La entrada es gratis, la salida vemos. No importa: hay costos que vale la pena pagar.
7. Dosis
Esta tampoco salió así, a secas. Se ve que empezamos a hablar de dosis tan de a poco (“Primera dosis, segunda dosis, refuerzo”, como especifica en su voto Marcela Kepic) que me quedó fuera del radar. Para cuando llegamos a la tercera dosis (N44P04), en julio -también votada-, ya estaba más atenta. Eran las primeras noticias internacionales que daban cuenta de que este asunto podía necesitar más de dos pinchazos: “Pfizer está a punto de solicitar la autorización en EE.UU. para una tercera dosis de su vacuna COVID-19, afirmando el jueves que otra inyección en un plazo de doce meses podría aumentar drásticamente la inmunidad y tal vez ayudar a evitar la última y preocupante mutación del coronavirus”, publicó hoy AP.
“La última y preocupante mutación del coronavirus”. Era julio. Hablaban de Delta (N40P03).
“Refuerzo” (N48P03) entró en agosto, ya en boca de un funcionario nacional. “Yo no diría tercera dosis (N44P04), diría dosis de refuerzo”, dijo el jueves Juan Manuel Castelli, Subsecretario de Estrategias Sanitarias del Ministerio de Salud de la Nación, a Radio Con Vos. “Porque con la segunda dosis se completa el esquema, no hace falta una tercera. La dosis de refuerzo viene después de completado el esquema, es como la vacuna antigripal, que la reforzás anualmente.” En fin.
Viene del griego δόσις, dosis: “acción de dar”. Y también don, dádiva, legado: aquello que se da.
8. Omicron*
La RAE ejemplifica: “Una buena dosis de paciencia, de ignorancia”. Sí, necesitamos paciencia. Ignorancia tenemos para regalar; es más, la vamos renovando a cada paso. Es el juego de la pandemia: avanza un casillero, retrocede tres.
Lo más asombroso de Ómicron (N63P01) es lo reciente que es, y cómo copó la parada de rápido (tanto en términos epidemiológicos como lingüísticos). Fue registrada HACE APENAS UN MES (pero qué mes):
“Según cuenta Nora Bar, la descubrieron el martes, en Johannesburg; el miércoles la encontraron en Botswana y en China; el viernes, la OMS dio el alerta.
Es la B.1.1.529, por unas horas llamada Nu. Pero hubo confusión y burla, porque “Nu” suena parecido a “new”, nuevo. ¿Y la que sigue? Dice Jonathan Turley: “El que no debe ser nombrado. Parece que la OMS se saltó la siguiente letra griega después de Nu para nombrar la nueva variante. La siguiente letra es Xi. La preocupación es que la OMS nuevamente está evitando cualquier molestia para el gobierno chino. Entonces lo llamaron Omicron…” Qué cosa el significante, tiene un solo trabajo: no confundirse con otro.
Ernesto Resnik resume lo que se sabe de Omicron: poco. “Es muy probable que las vacunas todavía funcionen, pero podrían funcionar menos. ¿Cuánto? TODAVÍA NO LO SABEMOS”.
MIentras tanto Delta, responsable de que usemos el alfabeto griego para nombrar variantes (y de millones de muertes desde mayo), silba bajito.
Hay una buena noticia. Tuiteó Fabricio Ballarini: “¿El comienzo del fin de la pandemia? Si realmente se confirman estos resultados (preprint), la variante Omicron aumentaría la inmunidad contra la Delta. En otras palabras, LA EXPULSARIA. Hay que cruzar los dedos, SON RESULTADOS PRELIMINARES, PERO QUIEN ME QUITA LA ESPERANZA”.
Omicron, la aliada menos pensada.
Me encantó esta serie de anagramas con “omicron variant”: “macaroni iron TV, caviar minor ton, nirvana coo trim, ovarian tic norm, conman trivia or, mantra rico vino, romantic vain or, carrion van omit, Macron trivia no, raccoon varmint I, narc ovation rim, orca minivan rot a vicar motor inn”.
En mi cabeza suena como “oh my cron”. Cronos.
9. Conspirar*
Esta, la N42P03, me la acercó Ana Casavelos tras la muerte (por Covid) de Horacio González, en junio. Cita a María Pía López. “En estos días pensamos en respirar, con él, a su alrededor. Como él respiró con nosotrxs, abriéndonos el aire posible para que nos inventemos unas vidas dignas de ser vividas. Él, que en las aulas, nos enseñó que había un modo de amar lo que hacíamos y de buscar justicia en cada acto de lectura y amistad en cada conversación. Él, que nos trató como iguales, nos hizo iguales, en cada palabra y cada escrito. Pensamos que debíamos respirar, conspirar, para que sus pulmones respiren. Fuimos miles en pequeñas fogatas en las que ardía el deseo de retenerlo entre nosotres. Miles respirando para que sus pulmones no dejaran de hacerlo. Un campo de alveólos colectivos, un deseo. Porque la vida de Horacio González no fue la de un individuo que trazó un surco solitario. Fue la del conspirador, la del conjurado, la del revolucionario, la del que no dejó un segundo de intentar construir una sociedad más vivible.
Fue el intelectual más potente de estas tierras, el escritor de obras preciosas y el funcionario más osado que dirigió una institución pública. Lo suyo fue la imaginación política, capaz de abrir, sin cesar, posibilidades para todxs. ¿Cómo pensarlo en ausencia, a él que fue toda presencia? Entre sus últimos artículos, hay uno en la Tecla Eñe en el que dice que un modo de militar es llorar en silencio: llorar por las desdichas que acontecen y por el balbuceo de nuestras políticas para encararlas. No imagino este país sin la palabra de Horacio. Su falta no será algo que nos acontece a quienes compartíamos la conversación cotidiana, sino un aire que hacía a este país un poco más justo. Horacio González, hasta la victoria que este pueblo se merece.”
10. Apertura
“La imaginación política, capaz de abrir, sin cesar, posiblidades para todxs”.
Abrir es una de mis palabras favoritas. (Gracias Graciela Goldchluk por regalármela).
Me sorprendió la acumulación de votos por “apertura”, otra palabra que se me escapó. Imagino que va en simetría con “cierre,”, que a su vez hace juego con lockdown, cerrojo que da de baja, tan distinto a cuarentena y a confinamiento. Tras el cierre (simbólico, de actividades, y también concreto, de espacios), la apertura. O reapertura. De las escuelas, de los comercios (“no esenciales”), de los gimnasios y las peluquerías, las canchas de fútbol y las discotecas y finalmente también las oficinas: de todo, o casi todo (antes del siguiente cierre claro). Con dos años de pandemia, la clase política va agarrando el ritmo: hay que apurarse a abrir cuando bajan los indicadores, no sea cosa que la apertura nos agarre justo cuando ya correspondería estar cerrando otra vez. Reflejos.
Apertura es, entre otras cosas, una palabra técnica del ajedrez. Lo que más gracia me causa es que se hable de “apertura abierta”, y también -cómo no-, de “apertura cerrada”. En realidad tiene sentido, ¿no se les dice “aperturas” a puertas y ventanas?
A mí Apertura me hace pensar en una histórica revista de negocios. Y en históricas discusiones económicas: el viejo debate acerca de si “abrir” la economía (abrir a qué). También en la canción de Drexler: “Era el tiempo de la apertura, tiempo de dictaduras derrumbándose”.
Ahora las aperturas, según cómo nos agarren, pueden dar alegría, ansiedad y hasta miedo. Abrir a qué.
Abrir, por lo menos, las ventanas, para ventilar, para que corra el aire. Abrir de paso las puertas de la percepción, para ventilar, para que circulen las ideas y las emociones y todo vaya encontrando su cauce. U otro cauce.
Abrir nuevos caminos, así cursi como suena, porque el futuro no está escrito. Quizás -ojalá- las palabras puedan ayudar. Abrir el año. A pesar de todo. O mejor: con todo.