“¿Sabías que los ingleses que en 1833 expulsaron a los pobladores argentinos de Malvinas, también extinguieron al único cánido endémico de las islas? El Dusicyon australis tenía patas de zorro, tamaño de lobo y ladrido de perro. Su nombre vulgar: Warrah”. Lo tuiteó @unservidor ayer, a cuarenta años del inicio de la guerra. “Los invasores temieron por sus ovejas, introducidas como ellos, y persiguieron a esta especie, sudaca como nosotros. Pero la dieta del manso animal ni siquiera incluía roedores (que no había): por siglos se había adaptado a vivir de carroña, huevos, mariscos y plantas. En 1876 un estanciero inglés mató al último que quedaba en Malvinas. Ese mismo año, el único ejemplar que había sido llevado al continente se arrojó al río Santa Cruz para nunca más ser visto. Del warrah en Malvinas solo queda el recuerdo. Y en su nombre, la memoria de aquellos argentinos expulsados: ellos habían sido quienes antes lo habían bautizado GUARÁ, el nombre para los cánidos en guaraní.”
La historia es tan buena que parece inventada. Busco: el Dusicyon australis está en las taxonomías. “El guará (Dusicyon australis), también llamado zorro-lobo de las Malvinas, zorro o lobo malvinense, lobo austral o zorro antártico, es una especie extinta de mamífero carnívoro de la familia Canidae endémico de las islas Malvinas, de dimensiones intermedias entre las del lobo y las de un zorro grande. Era uno de los dos únicos mamíferos terrestres nativos de las Malvinas”, dice la Wiki. “El nombre guará, transcrito por los británicos como warrah, procede del nombre que le dieron los gauchos rioplatenses (algunos de ellos oriundos de la región pampeana y de la Banda Oriental) que entre los siglos XVIII y XIX se establecieron en las Malvinas, al verlo semejante al aguará guazú. En el idioma guaraní guará o aguará significa cánido silvestre.”
Guará, como el chamigo Aguará de la obra de mi tía Adela. Un animal con nombre guaraní en las Malvinas; guaraní inglesificado. Guarra justicia poética.
Categoría: número 78 (río, luna y libertad)
2. Andiperla
Qué nombre más bello. Y el sobrenombre, ni hablar.
“Con un tamaño que no supera los dos centímetros el Dragón de la Patagonia nace, se desarrolla, se reproduce y muere en los hielos de los glaciares del sur de Argentina y Chile. Se trata del Andiperla, descubierto en 1952, cuyas larvas viven en pequeños sumideros y arroyos sobre el hielo, mientras que los adultos deambulan en la superficie helada buscando pareja y alimento”, dice Laura Rocha en una nota publicada ayer en Infobae. “En 2019, encontraron que sobre el Glaciar Perito Moreno habitaba una especie de aspecto distinto y, luego de compararlo con la colección original, confirmaron que se trataba de una nueva especie, a la que llamaron Andiperla morenensis, en alusión a que habita sobre el Glaciar Perito Moreno. Y, en febrero pasado, una expedición fue en busca del insecto al glaciar Upsala.” Se ve bastante lindo sobre el hielo.
3. Plasticópatas
“Encontraron microplásticos en la sangre humana por primera vez”, tituló Infobae el 25 de marzo. “Investigadores holandeses detectaron partículas en el torrente sanguíneo del 77% de los participantes de un estudio. El más común fue PET, utilizado para el envasado de alimentos”. Y después: “El estudio pudo detectar microplásticos tan pequeños como 0,0007 mm, que pueden ingresar al cuerpo a través de la inhalación de partículas en el aire o la ingestión, ya sea en alimentos o envases de plástico, vajilla y cubiertos. El Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) advirtió hace unos meses que la contaminación causada por el plástico en los ecosistemas acuáticos ha crecido considerablemente en los últimos años y prevé que se duplique para 2030, con consecuencias ‘nefastas para la salud, la economía, la biodiversidad y el clima’”.
Un tuit de Cecilia Cantera, el jueves, con esta foto. “Es joda @JumboArg? Eso debería ser un delito!!! ¿Cuál es el objetivo de envolver fruta si ya viene con envoltorio? Se llama cáscara #plasticopatas”.
4. Plioceno
“Algo pasa con los polos norte y sur de la Tierra. Las cosas no están bien”, tituló el 20 de marzo Futurism. Remitía a un artículo del Washington Post del 18 de marzo donde se explica que en el este de la Antártida se registraron 70 grados fahrenheit más que de costumbre, unos 40 grados celsius; pero también a otro, tres días anterior, que asegura que en el polo Norte hubo unos 50 fahrenheit / 28 celsius más que lo habitual. AP lo resumió en un solo título: “Polos calientes: Antártida y el Ártico, 70 y 50 grados arriba de lo normal”.
El 17 de marzo, el especialista Stefano Di Battista tuiteó que las temperaturas alcanzadas eran “impensables” para la fecha: -18.0 °C en la base Concordia, -30.1 °C en la base Vostok. Pero al día siguiente, treparon a -12.2 °C y -20.3 °C. “Es imposible, hubiésemos dicho hasta hace dos días”, aseguró. “Desde hoy (18 de marzo) se reescribe la climatología antártica”.
“Calor monstruoso simultáneo en el Ártico y la Antártida descrito como ‘imposible’ e ‘impensable’ por los científicos a medida que el cambio climático abrupto se acelera salvajemente”, resumió Ben See. “El cambio climático está ‘cargando los dados’… La humanidad tendrá dificultades para adaptarse a las temperaturas y lluvias similares al Plioceno de un clima nuevo y hostil para las décadas de 2030 y 2040”. De “plioceno” salía un asterisco que se recuperaba más abajo: “*Hace 3 millones de años”.
Doy con el título “Lecciones climáticas del Plioceno”; es la traducciión de un artículo de Marci M. Robinson para la American Scientist Magazine. “Hace tres millones de años las temperaturas globales eran ligeramente superiores a las de hoy. Las reconstrucciones climáticas de aquel período sirven para afinar los modelos computacionales que se proponen estudiar el cambio climático actual.”
5. Z
“Hago un llamado a todos los estados para que criminalicen el uso del símbolo ‘Z’ como una forma de apoyar públicamente la guerra de agresión de Rusia contra Ucrania”, tuiteó el martes el canciller ucraniano, Dmytro Kuleba. “’Z’ significa crímenes de guerra rusos, ciudades bombardeadas, miles de ucranianos asesinados. Debe prohibirse el apoyo público a esta barbarie.”
El jueves, El País tituló: “Alemania perseguirá el uso de la letra Z como símbolo de apoyo a la invasión rusa de Ucrania”. La bajada decía: “Las autoridades ya han detectado su uso en algunas manifestaciones. El Código Penal alemán prohíbe promocionar actos ilegales que alteren el orden público”. Y después: “‘Todo el mundo puede expresar su opinión en Alemania’, aseguró el ministro del Interior bávaro, Georg Eisenreich. ‘Pero la libertad de expresión termina donde empieza el Código Penal’”.
“Según recoge el medio ruso Novaya Gazeta, el Ministerio de Defensa Ruso publicó en Instagram una imagen en la que explicaba que la ‘Z’ es una abreviatura de la frase en ruso ‘por la victoria’ (‘За победу’ cuya transcripción fonética sería ‘Za pobedu’), mientras que la ‘V’ simboliza la frase ‘fuerza en la verdad’ (‘Сила в правде’) y ‘la tarea se completará’ (‘Задача будет выполнена’)”, explicaba Vanesa Rodríguez en ElDiarioAr. “También en Instagram, el ministerio de Defensa Ruso aludía a la ‘Z’ como símbolo de la palabra ‘desmilitariZación’ y ‘desnaZificación’.”
El gimnasta ruso Ivan Kuliak se puso una remera con una Z para recibir el tercer premio en la Copa Mundial de Gimnasia, en Doha. A su lado estaba el ganador, ucraniano. La Federación Internacional de Gimnasia expulsó a atletas y funcionaries de Rusia y Bielorrusia.
“La letra zeta como tal, por supuesto, no está prohibida”, aseguró el lunes el gobierno alemán. “Sin embargo, en casos individuales, su uso puede representar la aprobación de la guerra rusa y, por tanto, estar prohibido de acuerdo con el Código Penal”.
Mientras tanto, Russia Today vende merchandising con la Z.
6. Unión
“Queremos agradecerle a Jeff Bezos por irse al espacio, porque mientras él estaba ahí arriba, nosotres estábamos registrando a la gente [en el sindicato]”. Lo dijo el viernes Chris Smalls, ex trabajador de Amazon y co-fundador de Amazon Labour Union, el primer sindicato de Amazon del mundo. Lo dijo mientras descorchaba champagne: de les 8000 trabajadores del depósito de Staten Island, 2654 habían votado a favor de sindicalizarse, mientras que otros 2131 votaron en contra. Eso implica que ahora el movimiento iniciado por Smalls es la primera unión oficial de trabajadores de Amazon reconocido por la justicia de Estados Unidos. Y es independiente.
Smalls llevaba cuatro años trabajando en el depósito de Saten Island cuando empezó la pandemia, en marzo de 2020; era supervisor. Enseguida se dio cuenta de que el lugar no contaba con los mínimos protocolos de seguridad para enfrentar la ola de contagios de COVID-19. Organizó una marcha para pedir mejores condiciones de trabajo y fue despedido en el mismo día, con la excusa de que ese acto violaba la cuarentena. En un e-mail interno se recomendó hacer de Smalls “la cara de la protesta”, ya que consideraban que no era “ni inteligente ni elocuente”, según publican Jodi Kantor y Karen Weise en el New York Times.
Amazon lleva años haciendo campañas contra la sindicalización, al borde la ilegalidad: el año pasado, una votación en Bessemer, Alabama se frustró porque les trabajadores tenían miedo de perder su trabajo si votaban por el sindicato.
Pero esta vez, la unión hizo la fuerza que hizo la unión. ¿Qué reclama la Amanzon Labor Union? Licencia médica paga cuando se sufren accidentes de trabajo; ajustes del sueldo a la inflación; respeto por los horarios de descanso. Derechos humanos.
7. Oclusión
“Desde que comenzó la pandemia, decenas de usuarios han bromeado en las redes sociales sobre el efecto positivo que esta tiene en la belleza de las personas. ‘¿Soy yo, o veo a la gente más guapa cuando lleva la mascarilla?’, es lo que muchos se han preguntado estos años. La ciencia ha estudiado este fenómeno. Y efectivamente, no nos hemos vuelto locos: mejoran la percepción de atractivo de las personas. Sí, es cierto que cubre la mitad de la cara, por lo que esta ‘magia’ podría estar relacionada con la ‘belleza de la oclusión’”, aseguraba el lunes Albert Sanchis, en Magnet. “Las mascarillas, originalmente un tabú social asociado con la enfermedad, aumentan el atractivo, según un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Cardiff y publicado en la revista Cognitive Research: Principles and Implications. Los investigadores se sorprendieron al descubrir que tanto los hombres como las mujeres se veían mejor con un cubrebocas que oscurecía la mitad inferior de sus rostros. En lo que puede ser un golpe para el medio ambiente, también descubrieron que una cara cubierta con una máscara quirúrgica de tipo desechable probablemente se consideraría la más atractiva. La pandemia ha cambiado nuestra psicología en la forma en que percibimos a los usuarios de mascarillas. Cuando vemos a alguien con ella ya no pensamos ‘esa persona está enferma, necesito alejarme’. (…) Michael B. Lewis, uno de los autores del estudio, explicaba que es posible que las mascarillas mejoraran el atractivo porque dirigían la atención a los ojos. Y señalaba que otros estudios habían encontrado que cubrir la mitad izquierda o derecha de la cara también hacía que las personas se vieran más atractivas, en parte porque el cerebro llena los espacios que faltan y exagera el impacto general, mejorándolo.” La magia de las expectativas.
8. Fauxpology
“No conocía esta palabra: ’fauxpology’,” tuiteó Diego Rottman el jueves, y tuvo la gentileza de arrobarme. Citaba un artículo publicado por Beatriz Serrano en la sección Moda de El País: “Pedir perdón a medias: ‘fauxpologies’ o el arte de la falsa disculpa a lo Will Smith”. “Del francés ‘faux’ o falso y del inglés ‘apology’ o disculpa, la ‘fauxpology’ es un subgénero tan común que tiene incluso su propia entrada en Wikipedia, y que se define como “una declaración en forma de disculpa que no expresa ninguna de las emociones comunes en una disculpa sincera, como el remordimiento o el arrepentimiento, sino que excusa el propio comportamiento lanzando balones fuera”. Serrano da ejemplos de boca de Kim Kardashian o Will Smith, quien después de sopapear a Chris Rock dijo “el amor te hace cometer locuras”. El famoso “sorry not sorry”. En Argentina tenemos casos locales para hacer dulce; para qué dar nombres.
En Wikipedia lo llaman “non-apology apology” (“disculpa no disculpa”), y ofrecen como alternativas -además de fauxpology– “backhanded apology” y “nonpology”. En español, una formulación clásica es “Si alguien se sintió ofendido le pido perdón”, o sus variaciones. (A esta construcción condicional, en inglés la llaman magistralmente “ifpology”).
Parece que todavía no tenemos una versión de fauxpology en español. En la nota de El País usan “no disculpa”. Divagando en Twitter propuse “nisculpas”; Manuel Olivari sugirió “perdon’t”. Un equivalente verbal de las lágrimas de cocodrilo.
9. Farfanías
“Las primeras palabras que escribió Sara en aquel cuaderno de tapas duras que le había dado su padre fueron río, luna y libertad, además de otras más raras que le salían por casualidad, a modo de trabalenguas, mezclando vocales y consonantes a la buena de Dios. Estas palabras que nacían sin quererlo ella misma, como flores silvestres que no hay que regar, eran las que más le gustaban, las que le daban más felicidad, porque sólo las entendía ella. Las repetía muchas veces, entre dientes, para ver cómo sonaban, y las llamaba ‘farfanías’. Casi siempre le hacían reír.
-Pero, ¿de qué te ríes? ¿Por qué mueves los labios?-le preguntaba su madre, mirándola con inquietud.
-Por nada. Hablo bajito.
-¿Pero con quién?
-Conmigo; es un juego. Invento farfanías y las digo y me río, porque suenan muy gracioso.
-¿Qué inventas qué?
-Farfanías.
-¿Y eso qué quiere decir?
-Nada. Casi nunca quiere decir nada. Pero algunas veces sí.
-Dios mío, esta niña está loca.
Sara fruncía el ceño.
-Pues otra vez no te cuento nada. ¡Ya está!”
Carmen Martín Gaite, Caperucita en Manhattan (Siruela, 1990).
10. Miranfú
“Porque unas veces las farfanías se quedaban bailando por dentro de la cabeza, como un canturreo sin sentido. Y esas se evaporaban en seguida, como el humo de un cigarrillo. Pero otras permanecían tan grabadas en la memoria que no se podían borrar. Y llegaban a significar algo que se iba adivinando con el tiempo. Por ejemplo, ‘miranfú’ quería decir ‘va a pasar algo diferente’ o ‘me voy a llevar una sorpresa’.
La noche que Sara inventó esa farfanía tardó mucho en dormirse. Se levantó varias veces de puntillas para abrir la ventana y mirar las estrellas. Le parecían mundos chiquitos y maravillosos como el del Reino de los Libros, habitados por gente muy rara y muy sabia, que la conocía a ella y entendía el lenguaje de las farfanías. Duendecillos que la estaban viendo desde tan lejos, asomada a la ventana, y le mandaban destellos de fe y de aventura. ‘Miranfú —repetía Sara entre dientes, como si rezara—, Miranfú’. Y los ojos se le iban llenando de lágrimas.”
Carmen Martín Gaite, Caperucita en Manhattan (Siruela, 1990).