El lunes, la Feria del Libro de Guadalajara otorgó el Premio de Literatura Sor Juana Inés de la Cruz a la cordobesa Camila Sosa Villada por su novela Las malas, un libro inclasificable, entre la crónica y la novela coral, sobre la furia y la fiesta de ser travesti. Es la primera vez que este premio, el más importante para mujeres de habla hispana, se entrega a una escritora trans. Camila, que además es actriz, obtuvo su DNI con su identidad de género autopercibida en agosto de 2013.
El miércoles supimos que Sarah McBride asumirá en enero su banca como senadora del estado de Delaware. Será la primera senadora estatal trans en la historia de Estados Unidos. Otra activista, Taylor Small, fue electa para la Cámara de Representantes de Vermont. Las dos son demócratas. “¡Quinta legisladora trans de la Nación!”, tuiteó Taylor. Aquí la Wiki ofrece una lista de personas trans con cargos públicos en todo el mundo. En América latina, la primera diputada trans es la venezolana Tamara Adrián, que asumió en 2015; en Argentina, Paula Arraigada fue la primera candidata a diputada trans, en 2019.
Y el jueves, Luz Aimé Díaz entró a la Cámara de Diputados de Argentina, no como legisladora sino como la primera empleada trans. En su caso, no es solo una cuestión de cumplir el cupo laboral trans en el sector público que se estableció en septiembre por decreto. Es también una reparación: Luz, que es salteña y está casi ciega, pasó dos de sus 24 años presa por un crimen que no cometió, hasta que fue absuelta el 2 de octubre. Cambiar de lugar.