Qué necesidad de pensar en posiciones del siglo XX si vivimos en la era digital (nunca no pienso que digital viene de dedo). En estos tiempos aislados se multiplican las opciones de tecnología para el sexo; asegura Julieta Schulkin en esta nota del domingo que el rubro se llama “sexnología”. Medio que chirria la palabra en español… ¿tecnovibradores? ¿Electrojuguetes sexuales? Imagino una categoría en el hipermercado (o en Amazon); no son “electro”, sino “smart”. Me gusta más teledildonics, mencionada en la misma nota para el rubro de electrónica de dildos (vibradores) manejables a distancia.
Sexo + internet de las cosas. Internet de los vibradores, que en vez de llevarte a las nubes te deja (para siempre) en la nube. ¿Qué podría salir mal?
La nota alerta: “Advierten que aumentarán los ciberataques a los juguetes sexuales inteligentes en 2021”. Otra que armas químicas. Schulkin cita una encuesta que afirma que los sex shops online triplicaron sus ventas desde el inicio de la cuarentena. Otra fuente asegura que en Argentina la venta creció un 50% desde 2019, y considera que los consejos oficiales sobre sexo virtual tuvieron algo que ver. Denise Giusto Bilic, especialista en ciberseguridad, dice que “no existen soluciones de seguridad” para estos dispositivos, y que no se conoce la cantidad de “incidentes” porque la gente no los denuncia. Entre las consecuencias posibles están “la fuga de información y la toma de control sin consentimiento del equipo”.
Esto pasa, por ejemplo, con Qiui Cellmate, un “dispositivo de castidad para hombres” con una falla de seguridad que permite a hackers bloquear el elemento (con todo su contenido humano dentro) para siempre. Según esta nota de El Español, si esto sucede “la única manera de desbloquearlo sería cortar ese anillo con una sierra mecánica”. Ante esta alarma, la empresa fabricante -china- tuvo que salir a aclarar que en caso de emergencia, el inteligentísimo anillo de castidad podría desarmarse con un destornillador.