Volviendo a DiDi y al colapso: la editorial Caja Negra, que celebra sus quince años, edita Neo-operaísmo, una compilación de textos sobre “las mutaciones del capitalismo”. Retoma el operaísmo, del italiano operaio, obrero; “un análisis y movimiento político marxista heterodoxo y antiautoritario cuyo análisis empieza por observar el poder activo de la clase obrera para transformar las relaciones de producción” (Wiki dixit). Pero donde el operaísmo de Toni Negri estudiaba el trabajo en la fábrica, en tanto “centro neurálgico del proceso general de acumulación y el espacio privilegiado de explotación y subjetivación de la clase obrera”, el neo-operaísmo se desplaza a los bordes de un “universo laboral en descomposición constante”, en palabras de Sergio Bologna. En un texto que Caja Negra difundió como adelanto, Bologna habla de “la destrucción del trabajo asalariado, la precarización, el trabajo gratuito, la extracción de plusvalía de las capacidades relacionales y de los estados emocionales”. Argumenta que vivimos una “economía de la deflación” que devalúa al trabajo. Y valoriza al capitalismo de plataformas en tanto motor de conflictos: “combinó de manera inédita control y autonomía, uso de los recursos ajenos y expropiación, voluntariado y esclavitud. Pero ha devuelto el protagonismo a la protesta, al conflicto colectivo; aquel conflicto tradicional que asume las formas y el contenido de la huelga. (…) los conductores de Uber o los ciclistas de Foodora (…) han recobrado los vocablos y un lenguaje que parecía extinguido y los han propuesto de nuevo al empleado aterrorizado por un posible recorte y al freelancer que no tiene tiempo de ir hasta la pizzería y pide comida por Deliveroo. No despreciemos estos conflictos, tal vez mañana esos ciclistas con el cubo en la espalda serán capaces de entrar en los algoritmos que los controlan y sabotearlos, como hacía el viejo obrero Fiat con la banda de producción del 124.”