May Parsons nació en Filipinas. Es enfermera desde hace 24 años. Hace 17, emigró al Reino Unido y entró a trabajar en el hospital de Coventry, cerca de Birmingham, donde hoy es “matron”: enfermera jefa. El martes aplicó la primera dosis no experimental de la primera vacuna contra el COVID-19, la Pfizer, a Margaret Keegan (90 años) y William Shakespeare (81). Los medios cubrieron el Día V (de “vacuna”, no de vendetta). Parsons fue entrevistada en televisión; le preguntaron qué sentía y dijo que estaba orgullosa de poder dar protección a les más vulnerables, y que esperaba poder devolver “un sentido de normalidad”. También dijo que se sentía muy orgullosa por la contribución de la comunidad filipina al cuidado de la salud en todo el mundo. En el Reino Unido, el personal de salud perdió a 26 personas de origen filipino por COVID-19.
Nombrame una enfermera famosa. Ok, Florence; ahora otra. Puede ser de ficción. Nurse Jackie. ¿Otra? La mamá de Garp en la novela de Irving. ¿Otra? ¿Cómo puede ser? Leyendo me entero de que Walt Whitman ¡Walt Whitman! fue enfermero durante la Guerra Civil de Estados Unidos.
No me gusta la palabra “enfermero/a”, directamente derivada de enfermo, “no firme”. “Nurse”, en cambio, se relacionada con cuidar, criar, nutrir.
De chiquito fui aviador, pero ahora soy un enfermero, cantaba García (¡atenti al Charly con barbijo!). En las guerras hay aviadores y hay enfermeros en primera línea. Al nombrar a su banda Los Enfermeros, García mostró que entendía la profesión como cuidado y amor.
Sería hora de ir ponderando la centralidad de los cuidados. Decía el historiador Jorge Troisi, en una clase sobre historia y pandemia para la Cátedra Datos, que más que la “ciudad post COVID” se imagina la “ciudad con COVID”: donde se conviva con las pestes, como en todos los siglos. Vamos pensando en cómo cuidarnos.