No cualquier teoría conspirativa asalta el Capitolio de Estados Unidos. QAnon, una de las principales fábulas de la alt-right (derecha alternativa y extrema), comenzó a rodar en octubre de 2017, pero recién ahora se está tomando como una amenaza seria. Varios medios (BBC, Buzzfeed, Mashable) reportan que quienes dirigieron el ataque del 6 de enero son “QAnon believers”, propagadores de estos cuentos. De hecho, el “vikingo del Capitolio”, que algunes compararon con Jamiroquai (quien se despegó del incidente) es Jake Angeli, más conocido como Q-Shaman o Q-Guy: un ciudadano muy activo tanto en redes sociales de extrema derecha como en mitines, donde difunde la “conspiración” de QAnon (aquí, en plan de “limpiar” un shopping de Arizona de pedófilos satánicos).
Porque eso dice QAnon: que una banda de adoradores de Satán maneja una extensa red de pedofilia y prostitución infantil (ah, ¡y canibalismo!) desde el “estado profundo” (deep state). En teoría, involucra a grandes figuras de Hollywood y del Partido Demócrata, hasta Barack Obama y Hillary Clinton; ahí la trama enlaza con George Soros y la familia Rothschild y listo, su ruta hasta el viejo cuento antisemita de Los sabios de Sión. La novedad es que el único que busca combatir el mal es Donald Trump, quien por eso sufre constantes ataques; supuestamente, desmantelará esta red con cientos de arrestos y ejecuciones en el “storm day”.
El nombre QAnon viene de “Q”, el nickname de quien publicó los primeros mensajes sobre la conspiración en el foro 4chan; la Q remite a un nivel de acceso a documentos secretos. Bellingcat argumenta que no es una historia original, sino que abreva en todos las mitos de la ultraderecha. Según la BBC, cientos de miles la creen, incluso una congresista por Georgia.
El viernes Jake Angeli llamó al FBI y dijo que había llegado al Capitolio tras el llamado de Trump a los “patriotas”. Fue arrestado. Justo antes, había tuiteado: “América está renaciendo… Manténganse fuertes, no durará mucho…”