Googleras, googleros, googleres: personas que se identifican como parte de Google. Parte trabajadora. Cientos de ellas presentaron el lunes Alphabet Workers Union, el primer sindicato asociado al conglomerado, como parte de CODE, Coalition to Organize Digital Employees – Communication Workers of America. El sindicato está abierto a les más de 120 mil que trabajan bajo el paraguas de Alphabet, tanto personal de planta como contratado y temporario (TVC, “temporary, vendors and contractors”), que representan a la mitad y trabajan sin beneficios. Pensé que iba a ser la noticia de la semana; pasaron cosas.
Su web dice: “Nuestro sindicato se esfuerza en proteger a les trabajadores de Alphabet, a nuestra sociedad global y a nuestro mundo. Promovemos la solidaridad, la democracia y la justicia social y económica”. Un sindicato con responsabilidad global.
Comparten su “misión”, al estilo empresarial. Abogan por el bienestar de quienes trabajan, la diversidad y la igualdad de oportunidades, y dicen: “Usaremos el poder que reclamamos para controlar en qué trabajamos y cómo se usa”. Guau. Sostener que pueden y deben involucrarse en las consecuencias de lo que producen es dar un paso largo más allá de los sindicatos tradicionales. Un adiós definitivo al taylorismo: trabajadores como sujetos de conciencia. De hecho, la web dice: “somos objetores de conciencia”, y busca que Google retome su abandonado lema “Don’t be evil” (“no seas malo/a”). Hace un mes, Google despidió a la co-líder de inteligencia artificial ética Timnit Gebru (N15P5) y miles de googleres la respaldaron.
Hay más. “Nos aseguraremos de que Alphabet actúe éticamente y en el mejor interés de la sociedad y el medio ambiente. Somos responsables de la tecnología que traemos al mundo, y reconocemos que sus implicaciones van mucho más allá de Alphabet. Trabajaremos con aquellos afectados por nuestra tecnología para asegurar que sirva al bien público”. Bienvenides a los comunes, googleres. Gracias por venir. Buena suerte.