Martha Rosenberg, pionera en la lucha por el aborto y fundadora de la Campaña Nacional por el Aborto Legal, Seguro y Gratuito -la de la “satisfacción genealógica”, N17P04– , se acercó a la periodista Soledad Vallejos durante el acto de promulgación de la ley y le dio un papel. Era un texto que escribió pensando que quizás la invitaran a decir unas palabras, pero no pasó. Por eso, Soledad lo mostró en Twitter. Entre otras cosas, dice: “El derecho al aborto es un ejemplo de que la dinámica de ampliación de derechos es expansiva y que los problemas de la democracia se curan con más democracia. A esta ley -hija nuestra-, que debemos al empuje de una multitud de compañeras de todo el país y de todos estos años, nosotres le hemos puesto nombre: la llamamos la Ley Dora”.
Las pioneras -Rosenberg, Nelly Minyersky, Nina Brugo, Marta Alanis, Elsa Schvartzman, Olga Cristiano, Mabel Bellucci, entre tantas otras- homenajean así a una de las que abrió el camino: Dora Coledesky. Dora fue parte del grupo que creó en 1987 la Comisión por el Derecho al Aborto (Codeab) , germen de la Campaña, junto a Alicia Schejter, María José Rouco Pérez, Safina Newbery, Laura Bonaparte, Alicia Cacopardo y otras mujeres (hago foco en Dora porque sus compañeras hacen foco en ella; pero toda búsqueda de esta historia remite a redes de mujeres más que a personalismos).
Dora Coledesky fue militante socialista y trotskista. En los años 50 se recibió de abogada y se proletarizó: fue obrera y delegada sindical en una fábrica textil en Tucumán. En los 70 se exilió en Francia; allí participó de las reuniones feministas por el derecho al aborto. Volvió en 1984 y desde entonces trabajó por los derechos de las mujeres; impulsó los primeros encuentros, las primeras “mesitas” por el aborto, el primer proyecto de ley presentado por Florentina Gómez Miranda en 1992. Murió en 2009. Según cuenta Florencia Alcaraz en una nota emocionante, unos días antes le dijo a su nieta, Rosana Fanjul: “El camino ya está trazado”.