“Creo que una prohibición [de una cuenta] es un fracaso nuestro, en última instancia, para promover una conversación saludable. Y un momento para reflexionar sobre nuestras operaciones y el medio ambiente que nos rodea”. Así fue el mea culpa de Jack Dorsey, fundador y CEO de Twitter, tras cerrar definitivamente la cuenta de Donald Trump en esa red social. Esta movida de Twitter desencadenó la desplataformización de la que hablábamos (N19P04), que se comentó toda la semana. “La desplataformización es decisión correcta”, dijo la organización por los derechos humanos en internet Access Now en su newsletter, retomando un hilo de Twitter donde señalan que todes, gobiernos, empresas y ciudadanía, tenemos roles que cumplir para una convivencia pacífica y civilizada.
El discurso de Dorsey -también, en rigor, un hilo de Twitter– empieza diciendo: “No celebro ni me enorgullezco de que tengamos que prohibir la cuenta @realDonaldTrump en Twitter, ni de cómo llegamos aquí. Después de una clara advertencia de que tomaríamos esta acción, tomamos una decisión con la mejor información que teníamos basada en las amenazas a la seguridad física tanto dentro como fuera de Twitter. ¿Fue esto correcto?” El mundo entero lo está discutiendo. Lo que se discute, en el fondo, es quién tiene poder sobre quién, y si las redes sociales deberían seguir considerándose empresas privadas como cualquier otra.